Síntesis
En un contexto como el actual de continuo y acelerado avance científico y tecnológico, en el que todas las ciencias y disciplinas se benefician mutuamente del crecimiento de las demás para expandir sus horizontes, se viene produciendo desde hace algunas décadas un hecho sin precedentes que provoca la constricción de una de estas disciplinas, la Historia, que ha de experimentar un retroceso y encogerse, cediendo terreno a la evidencia de las otras.
Prestando atención a este fenómeno con más detalle, se verifica que desde el mismo nacimiento de tal disciplina se empezaron a producir fricciones con las distintas ciencias periféricas, obligadas a amoldarse mediante abuso de autoridad, pues tal disciplina se concibió como instrumento fundamental de ella.
Esta situación es agravada por un fenómeno de fragmentación interna, en el que varias revisiones menores dentro de la propia Historia son acusadas en base a una fórmula general, que explica cualquier ataque interno o externo como el anhelo de tal o cual poder por atribuirse fraudulentamente orgullos históricos que no le corresponderían, para perjudicar a otro poder que actualmente ostenta esta legitimidad.
Sin embargo, este perjuicio es consecuencia común, pero no causa, de las diferentes revisiones tanto internas como externas, teniendo cada una de ellas bases distintas. La continuidad y tendencia expansiva de estas circunstancias, parece indicar que el resultado final a corto/medio plazo será la expulsión inapelable y forzosa del actual modelo de la Historia fuera del conjunto de conocimientos considerados científicos, con grandes implicaciones para las innumerables áreas humanas definidas por ella.
La incapacidad de esta disciplina de proporcionar una defensa a la altura de la acusación, se manifiesta en una sensible irritación ante las implicaciones, y una ineficaz estrategia de refutación 'invertida', que trata en vano de deconstruir las pruebas en sentido “corolario a premisa”, dando el asunto por zanjado antes de efectuar todo el recorrido y sin llegar nunca a la fase analítica, por ser inabordable en sentido inverso y la cual presupone falsa por necesidad.
En este texto se comenta un ejemplo concreto de este fenómeno¹, expresamente elegido por ser representativo y alabado como defensa efectiva ante esta acusación.
Introducción
“Quien descuida su casa, heredará el viento” Proverbios 11:29
Escepticismo de masas: Caveat Emptor (“cuidado por parte del comprador”)². Esta es la conclusión principal de este pequeño trabajo, que comenzó como una réplica a un ejercicio de refutación de Nueva Cronología³ (NC) por parte de un reputado escéptico, y que centraba originalmente su contenido en mostrar la nulidad de los argumentos planteados frente a una serie de hechos constatados e incorrectamente presentados.
Los comentarios realizados aprovecharían la ocasión para aclarar la cuestión subyacente a NC, que no es otra distinta que la cuestión subyacente a la Cronología Clásica, sobre la cual está edificada la Historia. Pronto descubrí que este objetivo iba a quedar totalmente desatendido si el texto se limitaba a mostrar las falacias y errores del articulo al que replicaba.
La calculada superficialidad tanto en conceptos, relevancia y palabras de su 'refutación', en pretendida armonía con estas mismas dimensiones de 'lo refutado', definía la poca utilidad que podría llegar a tener este texto para mostrar la cuestión que atiende, así como algunas cuestiones a las que ésta da lugar.
Así pues, complaciendo mi propio entusiasmo en el tema y con la coartada de presentar en su justa medida lo que en su día encontré como un dilema apasionante, este texto transmutó en una pequeña introducción a algunas de las bases de NC, pero guiada por las objeciones planteadas por un género de sus enemigos, dado que estos, estando clasificados por grupos en base a cómo les afecta la cuestión, deben ser considerados separadamente.
Cualquier recién llegado a conocer NC no dudará, tras leer algunas de las sorprendentes conclusiones que se desprenden de ella, en dejarla en cuarentena un tiempo prudencial mientras consulta las críticas y opiniones por parte de historiadores o arqueólogos profesionales, y de los cuales se esperaría obtener una respuesta tan contundente, letal e inmediata, que barrería los cimientos de las revolucionarias y atrevidas teorías de Fomenko de un plumazo.
Lógicamente estas críticas existen y son muy duras, o al menos pretenden serlo. El revisionismo histórico⁴ se considera un camino peligroso que puede llegar a arruinar no sólo a las personas que puedan creer una nueva perspectiva distinta de la historia, sino también a sociedades enteras, que potencialmente pueden caer en la fosa de la incultura, la superstición y la paranoia.⁵⁶
Estos historiadores y arqueólogos probablemente sienten que deben erradicar de raíz estos brotes revisionistas como parte de su propia ética profesional, y desde luego lo hacen con muy buena fe en la misma medida que consideran buenas sus bases de conocimiento, pero al mismo tiempo difícilmente pueden ocultar su percepción de que los autores y promovedores de nuevas teorías son personas con agendas ocultas y perversos intereses⁷⁸, por lo descarado e improbable que resultaría intentar contradecir con fines legítimos una disciplina tan asentada como la Historia, que aspira a reconocerse y ser reconocida como una ciencia más, por méritos de su coherencia interna.⁹
Es por ello que rara vez se encuentra alguna de estas críticas que no se rebaje a incluir ataques personales, burlas o acusaciones hacia la persona que propone otras interpretaciones, convirtiendo sus exposiciones en un ejemplo perfecto de aquello que critican.
Su objetivo no es sólo señalar falacias o contradicciones, demandar aclaraciones sobre puntos confusos, o plantear nuevas preguntas. Se busca que el resultado sea devastador, concluyente, no sólo la teoría ha de quedar retratada como una majadería, sino que también lo sería el hipotético lector que, tras ser expuesto una retahíla de mazazos argumentales, aun siguiera por el camino de poner a prueba su propio criterio, andar un camino que, ya está advertido, inevitablemente le llevaría al sinsentido y la enajenación de creer falso el propio pasado, aquel que la Historia dice representar más o menos fielmente.
Para este tipo de artículos, no conseguir la refutación total ya es en parte un fracaso, pero es el fracaso el que sería total si después de leerlo, el lector aun permaneciera en su empeño de encontrar por sí mismo tal refutación, intención oculta, superstición, cabo suelto, contraejemplo o incoherencia. Es por esto que no es raro encontrar relatos que bajo apariencia de ‘refutaciones’ acaban, o directamente comienzan, por anteponer el secundario objetivo de prevenir, al primario de efectivamente refutar.
Comprobamos que la Historia nos recibe con los brazos abiertos siempre que acudamos a ella para enriquecernos de sus contenidos, pero empieza a mostrarse visiblemente molesta si nos interesamos por ella misma, su razón de ser, cuáles son sus enemigos. La Historia nos presenta entonces a todas sus ciencias amigas, que siempre le muestran gran respeto y le facilitan las herramientas para poder ir abriendo brecha en la mina de sedimentos del pasado, pero nos advierte que en algunos raros casos y por pura maldad de algún mortal, perversas versiones de estas ciencias hacen ver como que la contradicen.
La relación con su propio Pepito Grillo, el Revisionismo Histórico¹⁰, es más bien tensa, pues no niega su legitimidad y su dependencia de él, pero nunca hará tal reconocimiento sin advertirnos además del peligro del Negacionismo Histórico¹¹ y la PseudoHistoria¹², que se escudan en él pero que siempre son fruto de algún de sucesor intelectual de Fu Manchú¹³
El interrogatorio a la Historia sobre su identidad acaba de la peor de las formas posibles al plantearle la pregunta de por qué nunca jamás se ha probado como fraudulenta una versión histórica en su propio Statu Quo¹⁴, pero siempre ha sido el caso al colapsar este por dar lugar a otro nuevo.
Entonces, ya sin mediar palabra y siguiendo la dirección de su dedo, nos indica el camino que, de recorrerlo, nos explicaría el que demos alguna importancia a tan insignificante detalle. Negar su imparcialidad ha sido sólo el paso previo a revisarla, que es el paso previo a negarla, negarla usando versiones falsas, pseudohistóricas, producto de aviesos intereses, malignas versiones susceptibles de ser creídas por personales débiles de mente, con algún sesgo cognitivo, ya en la antesala de la locura.
Quizás como manifestación de los primeros síntomas debidos a algún sesgo cognitivo, nos parece que mientras la Historia nos reconoce humildemente albergar aun en su interior el debate sobre si es o no una Ciencia, si alguien le cuestiona tal solidez es porque ya rueda río abajo por el que resulta no ser sino un afluente del río que arrastra a los que sí niegan la propia Ciencia. La sospecha de este sesgo no debe sino quedar confirmada, al encontrar un parecido de ésta situación con la que se presentaba anteriormente a los que cuestionaban la literalidad de la palabra divina, o su propia condición esclavos.¹⁵
Atados al poste y oliendo ya el humo que nos llega desde abajo, ya podemos gritar escupiendo lo que realmente pensamos, pues nuestra situación no va a ser peor con ello: Si las Ciencias van ofreciendo de vez en cuando algunas versiones de sí mismas que pueden ser usadas como coartada para justificar la Historia, es sólo porque de momento y esperando tiempos mejores, son súbditos deudores de ella. Ella no es Ciencia, o sí lo es en una forma ‘especial’, pero sólo porque es la Reina de todas ellas, su figura es inviolable y contrario a Buena Ley¹⁶ llevarla a juicio.
Sus palacios, no son otros que los de las Reales Academias de Historia. Sus carrozas, no son otras que las Reales Academias de la Lengua y Traducción¹⁷.
El conocido adagio “La Historia se repite”¹⁸ y las “Vidas Paralelas”¹⁹ de Plutarco (su propia vida resultará ser 'paralela' a la de Petrarca²⁰), sólo son toleradas cuando provienen de la propia Historia, que las viene a reconocer como si realmente hubiera hecho alguna labor introspectiva, y en base a la manifestación más bien subjetiva y difuminada de estos hechos, parece contener tanto una sabiduría como una advertencia sobre algo inherente al ser humano y su supuesta incapacidad comprobada de cambiar el curso de la historia pese a haberlo intentado en varias ocasiones.
Pero la situación se torna mucho más incómoda cuando dicha conclusión provenga más tarde de la mismísima Matemática, que por medio de un detallado informe mucho menos ambiguo y romántico, muestre en distintas tablas cuántas veces exactamente se ha repetido y en qué momento, que tramos están duplicados, cuando dejó de hacerlo, la tautología del paralelismo de una recta consigo misma, así como todos los personajes duplicados hallados y aun otra advertencia, pero totalmente distinta, sobre otro aspecto también inherente al ser humano.
Que con este informe en la mano alguien se atreva a cuestionar la Historia e incluso se hable de esta nueva perspectiva es ya percibido como un hecho incómodo y desagradable por el simple motivo de que obliga a incorporar un adjetivo a una disciplina que no lo necesitaba: tenemos que empezar a hablar de 'Historia oficial' vs. 'Historia alternativa', o utilizar cualquier otro apellido que sirva para distinguir ambas posturas. Es entonces cuando se comprende que ante lo que nos encontramos realmente es ante una disputa, una contienda para ser el portador de la razón, de la verdad, de tal estatus de la Historia como ciencia, si es que tal estatus le llega algún día.
Usando esta terminología, quizás desafortunada pero útil para entendernos, vemos que los autoproclamados representantes de la 'Historia oficial' empiezan desde el primer momento actuando de juez en este dilema, sentenciando sin juicio previo al contendiente como culpable. Y de hecho esta postura es totalmente lógica (aunque no imparcial) pues de ser inocente la 'Historia alternativa', el culpable pasaría a ser automáticamente la 'Historia oficial': para bien o para mal, de forma ya consumada o bien en plena elaboración, la humanidad ha sido o se le pretende hacer, víctima de un gran fraude que afecta (o afectaría) a los elementos más básicos sobre los cuales interpreta su propia identidad.
Es decir, no nos encontramos ante una situación de acusación-defensa, sino de acusación mutua, dado que las pruebas de un elaborado y maquiavélico fraude, diseñado con alevosía, ya reposan sobre la mesa del juez, y tan sólo está pendiente atribuirle el autor, que no puede ser otro distinto que alguno de los contendientes. Entendiendo la situación de esta forma, y tras escuchar los argumentos de una parte, detengámonos a prestar la debida atención a la otra.
Entre los muchos artículos-refutación de Nueva Cronología, quizás uno de los mejor considerados, por la reputación de su autor y lugar de publicación, es “Who Lost the Middle Ages?” de Jason Colavito (2004)²¹
De hecho, es precisamente a ésta crítica a la que se remite al lector interesado en 'Cronologías Históricas Alternativas' en el artículo correspondiente de Rationalwiki.org²², posteriormente al comentario de “Naturalmente, si simplemente deseas leer una auténtica refutación de las obvias cronochaladuras de Fomenko, Jason Colavito felizmente proporciona una.”
También es esta 'refutación' de Colavito la que se indica ya en el primer párrafo del artículo de Wikipedia Inglesa referente a Nueva Cronología de Fomenko y Nosovsky²³ (nov-2019). El origen de su alta consideración quizás se remonte a haber sido publicada por primera vez en la revista “Skeptic” en 2004.²⁴
Desde luego, un auténtico intento de refutación sería interesante para el debate, pero tras una lectura crítica podremos comprobar que no se puede considerar que el mencionado texto sea en absoluto ni una refutación ni una defensa de su propia postura, y tras ser expuestas en su correcta dimensión estas 'obvias cronochaladuras' primero dejarán de verse como obvias, y luego dejarán de verse como chaladuras.
Finalizamos la introducción con una pequeña nota sobre la cita bíblica que abrió este apartado, y cuya explicación se ha demorado intencionadamente. El motivo de insertarla fue ilustrar una circunstancia relacionada con el tema tratado este artículo.
Quizás produzca suspicacia mencionar a la Biblia para hablar de Historia, algo que puede ser percibido como una pista indicativa de a dónde quiere conducir un ejercicio que defiende una revisión histórica radical. De la misma forma, y como se menciona por este efecto en la crítica de Colavito, algunas publicaciones de NC incorporan una imagen de Cristo en la portada.
Algún lector sin embargo habrá ya identificado que el motivo principal de incluir aquí esta cita es el opuesto al que podríamos anticipar, dado que “Heredarás el viento”²⁵ es precisamente el nombre que recibió la obra de teatro que representaba el famoso “Juicio del Mono”²⁶ acontecido en EEUU a principios del S. XX.
Esta fue una de las últimas ocasiones donde Ciencia y Dogma se enfrentaron judicialmente debido a las implicaciones derivadas de la publicación de “El Origen de las Especies”²⁷ por parte de Darwin tan sólo 66 años antes.
Por ello, al margen de las apariencias se invita a una reflexión, sobre si la necesidad de recurrir a un determinado texto para poder interpretar y recuperar algún fragmento de información, no es sino porque éste fue el único lugar donde se le permitió existir a partir de cierto momento.
Crítica
Será el objetivo de este artículo contrastar la crítica de Jason Colavito con la realidad por medio de comentarios, y sus tres objetivos principales consistirán en mostrar que:
1. El artículo no refuta la Nueva Cronología (NC).
2. NC está erróneamente representada en dicho artículo, ocultando su base lógica y racional.
3. La refutación de NC no implica la certificación de la Historia Oficial.
Antecedentes
A continuación, haremos referencia a los distintos párrafos de la crítica de Colavito y las objeciones mostradas en ellos, para introducir al lector en las cuestiones correspondientes por parte de Nueva Cronología. Se recomienda encarecidamente, por tanto, una lectura pausada de tal crítica previamente a continuar con este texto.
Párrafo 1: Jean Hardouin, Fomenko, datos irrelevantes utilizados por sus connotaciones, acusación de intencionalidad 'sociológica' de Nueva Cronología, presentación de corolarios como premisas.
Este es un párrafo bastante extenso, en el que tras una breve introducción de dos líneas a la persona de Jean Hardouin encontramos la primera generalización:
JC (Jason Colavito): “En 1685, un académico Francés de nombre Jean Hardouin publicó una edición de “Historia Natural” del autor romano Plinio. Hardouin, sin embargo tenía una creencia inusual sobre sus orígenes. Estaba convencido que todos los registros antiguos de Grecia y Roma eran falsificaciones perpetradas por monjes Benedictinos y que todos los artefactos Greco-Romanos estaban falsificados de forma similar.”
En sus obras “Chronologiae ex nummis antiquis restitutae”(1696) y “Prolegomena ad censuram veterum scriptorum”, Hardouin menciona que “a excepción de las obras de Homero, Herodoto y Cicerón, la Historia Natural de Plinio, las Geórgicas de Virgilio, y las Sátiras y Epístolas de Horacio….(todas las obras clásicas están falsificadas etc.)”.²⁸
Esta explicación, más fiel a la realidad, lleva automáticamente a plantear la pregunta ¿por qué unas si y otras no? La generalización cumple aquí dos objetivos, uno presentar a Hardouin como el arquetipo de paranoico irracional, y dos, objetivo principal, eludir la respuesta. En cualquier caso, las críticas a Hardouin no pueden formar parte de una refutación a Fomenko, pues este no basa ningún elemento de su teoría en él ni su obra.
Podemos comprobar además que es precisamente el intento de Colavito de comenzar caminando elegantemente por el camino de su propia soflama la causa de que tropiece ya en la segunda frase del artículo, ya que Hardouin NO tenía ninguna creencia inusual sobre los orígenes de “Historia Natural” de Plinio, la cual consideraba legítima según sus propias palabras, citadas anteriormente.
El lector espera entrar la sala de exposiciones donde se encuentra toda la información que arroje luz sobre la cuestión que se trata, pero aprovechando que tiene la guardia baja por creerse en terreno seguro, y haciendo uso de todo el atrezzo “escéptico”, se le hará entrar a ella por el túnel del tren de la bruja de las cuestiones meramente conspiranoicas y no puramente analíticas, pues como veremos, esta última entrada contiene una puerta quizás difícil de abrir, pero que tras ser atravesada, no permite ser traspasada de nuevo en sentido contrario.²⁹
Y es que resulta ser que la desintegración de la Historia se debe en última instancia a un paso al frente dado por ella misma, poniendo el último clavo de su propio ataúd en el mismo momento que accede, aunque sea obligada, a participar en el debate racional, planteando sus propias objeciones al modelo contendiente. Porque una vez respondidas y justificadas en base a una correcta cronología, se producen dos interesantes fenómenos.
Uno de estos efectos es que se comprueba que estas objeciones no eran tales, sino simplemente una ‘primera línea de defensa’, balas de fogueo disparadas al aire para tratar espantar a los landronzuelos, cosa que por supuesto no ocurrirá. No había ninguna intención de someterse a las conclusiones por muy racionales que fueran, por lo tanto, no eran verdaderas objeciones.
El otro efecto, la puerta que sólo se puede cruzar en un sentido, es que la réplica contiene a su vez una pregunta muy sencilla: “¿podría usted por favor, mostrarnos también como se calculó su propia cronología?”. En algún arcón del desván, ya que no suele caber en la biblioteca, que sí está abarrotada de largas explicaciones de cómo fue el pasado por parte de gente muy autorizada pero que nunca estuvo allí, se esconden tan sólo un par de libros medievales con todos los cálculos que dieron lugar a estas tablas temporales.
Una vez encontrados y revisados por la matemática moderna, se comprueba que no son sino la herramienta de un maquiavélico proyecto para apoderarse del pasado, pero al contrario que en este caso sin que haya sobrevivido el testimonio de ningún contendiente, tan sólo los ecos de las protestas que entonces se lanzaron.
Nacimiento de la Cronología Histórica
Sólo dos personas, Joseph Justus Scaliger³⁰³¹, y algo después, Dionysius Petavius³², escriben en sus respectivas obras Opus Novum De Emendatione Temporum (1583)³³³⁴ y De Doctrina Temporum (1627)³⁵ , la justificación cronólogica de toda la reconstrucción de la historia antigua elaborada desde entonces. Petavius además revisó su obra Tabulae chronologicae hasta 1657. Sobre esta obra podemos encontrar este pequeño detalle: “Sobrepasó la obra de Scaliger, y preparó el terreno para los trabajos de los Benedictinos.”. Es precisamente el que parece ser un alter ego de Dionysius Petavius de diez siglos antes, el casualmente Escita Dyonysius Exiguus³⁶ del S. V, a quien debemos el término Anno Domini³⁷
Colavito nos informa, además, que apenas tres décadas después de las tablas de Petavius, Hardouin acusa precisamente los Benedictinos de falsificación histórica, algo que revelaría con más detalle en sus últimos días. Pero se nos dice que tal motivación y pruebas jamás aparecieron, como si esto quisiera significar todo lo contrario a lo que ahora mismo estamos con toda lógica intuyendo. El lector aun no puede saber si Hardouin estaba loco o no, pero al menos ya sabe en base a esto y a las graves a acusaciones que recibió Scaliger en su propia época, que durante el S. XVI – XVII, pasaba algo con la Historia Antigua. Ese algo es exactamente su nacimiento, pues antes sólo consistía en una desordenada aglomeración de crónicas, ubicadas temporalmente respecto algún rey o gobernante, pero sin claro orden temporal entre ellas.
Sobre Scaliger, ingeniero de los cimientos de la Historia de la Antigüedad, podemos leer en su correspondiente entrada de la Enciclopedia Británica 1911: “Sus correcciones, aunque a menudo de valor, eran a veces absurdas. Durante el establecimiento de los cimientos de la cronología antigua, se basó en ocasiones en hipótesis sin fundamento o incluso absurdas, a menudo basadas en una inducción imperfecta de los hechos. A veces malinterpretó la ciencia astronómica de los antiguos, a veces la de Copernico y Tycho Brahe. No era matemático.”³⁸
Hardouin atribuía a monjes Benedictinos del S. XIII la falsificación, pero en nuestra investigación tenemos que tener en cuenta un hecho, y es que los libros de cualquier época se pueden editar falsamente en cualquier época posterior. Algo imposible de demostrar que haya ocurrido en el caso particular (pero habitual) de que los originales “se pierdan”.
El triángulo formado por Joseph Scaliger, su padre el gran mecenas Julio César Scaliger, y Michel Nostredam (Nostradamus) acabó de la peor de las maneras y esto no tiene ninguna trascendencia para nosotros, pero se menciona sólo para proponer una idea propia que he intentado en vano no detallar aquí. Su lugar adecuado sería realmente el de una novela de ficción histórica que me gustaría algún día leer en su forma bien hilada, su tema principal sería el siguiente:
Indignado por ser testigo de un plan que repudia, Nostradamus acaba enemistado con los Scaliger, pero como acto de ingeniosa denuncia llega a publicar un libro aparentemente profético, porque aunque sólo narra hechos presentes, por influencias consigue que su libro también sea “enviado al pasado”. Para conseguirlo sin delatarse usa un lenguaje algo críptico. Siendo este libro publicado más bien tarde en 1555, se plantea un problema acerca de la viabilidad cronológica de esta trama. Pero el novelista aún puede tener un as en la manga: al final del libro se deja caer que el cambio de calendario Juliano a Gregoriano³⁹ producido sólo tres décadas después, en 1582, se habría aprovechado para hacer el gran reajuste necesario, aunque en las actas sólo constara como una corrección menor de 10 días (incluyendo su obligada y correspondiente justificación astronómica acorde). Para proponer tal disparate, el autor de la novela se puede escudar mencionando algunos datos que den a entender que el clima político respecto al tiempo y la historia antigua a finales del S. XVI estaba ya muy enrarecido, tensiones que pudieran llegar a dar lugar estos extremos.
Por supuesto nada en esta trama tendría un soporte racional y debe ser considerado como pura fantasía, con la posible excepción de la verdadera escala de la corrección del calendario Gregoriano sobre el Juliano, y cuya hipotética demostración científica sobre la imposibilidad de ser otra que la declarada sería muy interesante, más que por la solidez del desarrollo, por la de los axiomas en los que esta se tendría que basar.
Volviendo a poner los pies en la tierra y considerando ya respondida la pregunta eludida por Colvito que nos trajo aquí, continuemos. El artículo presenta ahora a Fomenko como 'sucesor intelectual' de Hardouin. Se comprende de inmediato el nivel al que Colavito ha representado el intelecto de Hardouin en la frase anterior. Muy hábilmente, con la más blanca y reluciente “sonrisa escéptica” se nos pretende llevar por el camino de las conclusiones fáciles y el descrédito por asociación.
Nacimiento de Nueva Cronología
Lo cierto es que Fomenko llega a cuestionar la historia por las propias incompatibilidades que con ella encuentra en su profesión, matemático y astrónomo. El lector quedaría mejor informado si se le resume cual es la situación actual, postergada ya desde 1972, y que él mismo puede verificar: los postulados de la Historia clásica y la Astronomía moderna colisionan. El reconocimiento de esta circunstancia se da sólo por parte de la Astronomía, y queda anotado tan sólo con dos enigmáticas y cortas frases como conclusión final de los también enigmáticos resultados de un estudio astronómico sobre la aceleración lunar, muy simple en apariencia: “No hay explicación satisfactoria para las aceleraciones. Las teorías existentes sobre fricción de mareas son totalmente inadecuadas.”⁴⁰
Fomenko no 'sucede' a nadie, tal continuidad se atribuye a posteriori, cuando su nombre es el último de una más bien larga lista de críticos de la Historia Oficial. Sólo tras indagar sobre la historia de la crítica a la cronología histórica, Fomenko llega a conocer la existencia de Hardouin, así como de otros académicos y científicos involucrados en este tema.
Por ejemplo, en tal lista de 'sucesores' hay que insertar forzosamente el nombre de Isaac Newton entre el de Hardouin y el de Fomenko, por su obra “The Chronology of Ancient Kingdoms Amended”⁴¹, pero tal dato podría encender la curiosidad del lector en lugar de adormecerla y por ello oportunamente se omite. Por desgracia, las credenciales Colavito hacen imposible considerar que desconociera este hecho en primer lugar.
Aunque es una reseña innecesaria por ser ampliamente conocida, Newton es considerado como uno de los mayores contribuyentes a la ciencia, normalmente apareciendo en primer lugar en las encuestas realizadas entre la comunidad científica, y sólo ocasionalmente ocupando el segundo lugar tras Albert Einstein.
Siendo que la proximidad en el tiempo de Newton con Fomenko es más cercana que con Hardouin, ¿por qué Colavito no lo menciona como su 'predecesor'?. La respuesta es que transferiría una percepción más bien positiva de Fomenko, algo que el artículo trata de evitar a toda costa desde sus primeras palabras.
Cabe recalcar que no sólo sería más fuerte una vinculación Newton-Fomenko que la correspondiente entre Hardouin-Fomenko por cuestiones de proximidad temporal entre sus trabajos, sino también en el fondo, dado que ambos son científicos y ambos centran su crítica en cuestiones cronológicas, no de veracidad o falsedad del relato histórico.
JC: “Hoy, un sucesor intelectual [Fomenko] de Hardouin asegura que no es la antigüedad clásica la que fue falsificada, sino la historia de la Edad Media” – “...Ha ideado un sistema llamado Nueva Cronología que él dice que firmemente establece la naturaleza ficticia de la época medieval.”
Este dato erróneo no se puede atribuir a ninguna intencionalidad, ya que de haberlo sabido Colavito seguramente no habría dudado en dar el dato verdadero, que es más útil para su postura, ya que Fomenko asegura que tanto la Antigüedad Clásica como la Edad Media están falsificadas. La Nueva Cronología por tanto no cuestiona la fidelidad de una 'franja' de la historia, sino de la totalidad de la historia anterior a un momento determinado (posterior a la Edad Media).
Pero de nuevo, podemos mencionar una anécdota similar por parte de un ‘no-ruso’, ya que Fomenko no es el primero en pronunciar tales palabras. Recogemos las palabras de Jacques Heers⁴², historiador francés especializado en la Edad Media, profesor de la Universidad de Paris X Nanterre y director de los estudios medievales de La Sorbona. Se cita tan sólo una frase de su obra “La invención de la Edad Media”: “Todo debe ser revisado, todo es falso.”⁴³
JC: “La edición inglesa del libro, bajo el título, Historia: ¿Ficción o Ciencia?, con una espeluznante portada mostrando a Cristo crucificado...”
La inclusión de un dato totalmente subjetivo como la estética de un icono es de escasa utilidad para refutar ninguna teoría, pero puede ser útil para otros fines por sus connotaciones, ya que facilita al lector acomodarse de antemano en la percepción de que existe un trasfondo de apología cristiana en todo el constructo de Nueva Cronología, una intención de mezclar teología e historia, algo que el lector, por su cultura y nivel académico seguramente cree ya superado, algo que la Historia Oficial ya no puede incluir de ninguna manera (a pesar de que ésta contabiliza los años en referencia al nacimiento de Jesucristo, año 1).
JC: “[el libro] comete un asalto a la lengua inglesa equivalente al cometido contra la historia inglesa”
Ninguna persona prestando interés a este tema busca deleitarse con el uso del idioma, más bien le interesa el fondo. Es una lástima que el uso del inglés en este caso no sea refinado, pero la apreciación cumple su función de enviar un mensaje entre líneas: supuestamente nos encontramos ante algo burdo, chabacano, precipitado y mal elaborado. Algo digno de un sucesor del 'majadero' Hardouin.
JC: “No obstante es una mirada importante e ilustrativa de una 'nueva ola' de historia alternativa, una historia que atrae a los Rusos porque está diseñada para restaurar a la Rusia post-soviética algo del poder y grandeza de su pasado”
Colavito no puede ocultar que es, en el fondo, un historiador. Hace oportuna esta cita de “La invención del pasado”, del escritor y periodista, licenciado en Geografía e Historia, Miguel Anxo-Murado:
“Todo el utillaje del guionista de televisión o del novelista de aventuras se encuentra sobre la mesa de trabajo del historiador. La historia, lo mismo que la literatura, hace verosímil el material que utiliza porque emplea recursos para hacerlo verosímil. Esto es algo que todos los historiadores saben, consciente o inconscientemente. Cuando transforman sus investigaciones en un relato para su publicación, el resultado es «otra cosa».”⁴⁴
Como vamos descubriendo, el lector se encuentra ante 'otra cosa'. Porque cualquier interesado podrá comprobar con unas pocas horas de dedicación, que no se trata de una ola, que atrae a Rusos y no Rusos, que no está diseñada sino que matemáticamente muestra un diseño en la Historia Oficial, y que la supuestamente decadente Rusia post-soviética paradójicamente permite la publicación de libros incendiarios.
Además, pese a los intentos de Colavito de ocultarlo a sus lectores, no es en absoluto ‘nueva’: las publicaciones de más y más pruebas se vienen produciendo, sólo por parte de Fomenko, desde principios de los 70, es decir, cincuenta años, es decir, ya medio siglo (en 2019).
Párrafo 2: Introducción del tema principal del libro comentado, omisión de conclusiones similares por parte de historiadores.
En este párrafo las citas entrecomilladas sacadas del libro de Fomenko se consideran lo suficientemente heréticas desde el punto de vista de la Historia Oficial que no es necesario disfrazarlas ni tergiversarlas. Realmente dice eso, y supuestamente, algo tan 'absurdo' no puede ser cierto.
Es oportuno mencionar aquí que mientras que Fomenko y sus colaboradores alcanzan estas conclusiones mediante análisis matemáticos y estadísticos, en otra parte del planeta y por medios historiográficos, otros académicos historiadores habían publicado anteriormente a la crítica de Colavito una obra llamada “From Scythia to Camelot: A Radical Reassessment of the Legends of King Arthur, the Knights of the Round Table, and the Holy Grail”⁴⁵, y cuya reseña del editor, traducida libremente dice:
“Este volumen valientemente propone que el núcleo de las tradiciones Artúricas y del Santo Grial no derivaron de la mitología Céltica, sino más bien de la tradición folclórica de los antiguos pueblos Escitas (lo que son ahora las estepas del sur de Rusia y Ucrania)”.⁴⁶
Las conclusiones de su autor, C. Scott Littleton, son fácilmente ignoradas a pesar de su reconocida reputación en este campo, debido a la temática ovni y ocultista a la que dedicó su atención al final de su vida.⁴⁷
Volviendo al contexto de la conexión Escita con el Reino Unido por medio de Escocia, quizás al lector también le sorprenda el hecho de que en la “Declaración de Arbroath”⁴⁸, o Declaración de Independencia del Pueblo Escocés de 1320, se reclama el reconocimiento de su pasado Escita. Los historiadores modernos acarician los bustos de los antiguos cronistas perdonándoles haber cometido tal absurdo error, fruto de su ignorancia. Los pobres se confundirían con la similitud “Scotia – Scythia”.
El poeta Hegésipo de Jerusalén (S. II), como si ya supiera de las confusiones que se iban a presentar 10 siglos después, nos deja caer que no intentemos buscar una conexión de tal nombre con ninguna otra tierra⁴⁹, y al mismo tiempo es posible comprender tras unas largas explicaciones cómo se desmonta la patraña lingüistica “Scotia por Scythia”, en base a la existencia de la tribu cuyo nombre era Scoti en Latín, aplicada a todo el pueblo Gaélico.⁵⁰
Además, la Declaración de Arbroath también menciona el éxodo de los hijos de Israel desde Egipto, algo no sólo perfectamente comprensible en el paradigma de Fomenko, sino que refuerza enormemente su coherencia interna. Se da además la circunstancia de que, según la tradición, el apóstol San Andrés predica a los Escitas. No es otro que San Andrés el patrón del pueblo Escocés, y es precisamente la cruz de San Andrés la que constituye la bandera Escocesa.
A los lectores españoles quizás les pueda interesar saber que también tienen una conexión mítica de la antigua Iberia con el 'Reino de Iberia Asiático”, con el que también tendrían una hipotética conexión étnica y genética, dando lugar a absurdas aunque populares leyendas de la Georgia medieval, como la dejada por Jorge el Hagiorita (S. XI) que escribió “sobre el deseo de algunos nobles georgianos de viajar a la península ibérica y visitar a los "georgianos del oeste".⁵¹
En resumen, estas circunstancias no sólo coinciden con las conclusiones de NC, sino que necesariamente ha de ser así en el paradigma que ésta representa.
Métodos Matemáticos
Párrafo 3: Presentación sobresimplificada de los métodos de Fomenko.
En términos generales, la analogía de los cuatro compendios de historia (A, B, C, D) en la que tres de ellos son copias de un original (A) es correcta. La confusión aparece al asegurar que “Fomenko cree que esto (la existencia de B, C, D) explica las 'similitudes' que ha encontrado en diferentes periodos de la historia humana, y aun más importante, este descubrimiento le permite reconstruir la Historia Verdadera colapsando las cuatro historias en unos pocos siglos”
El uso del término 'similitudes', entrecomillado en el artículo original, hace ver la cuestión como un tema de percepción subjetiva por parte de Fomenko.
La realidad es que los tramos históricos son caracterizados en objetos matemáticos⁵² en base a varios parámetros objetivos, y luego dichos objetos pueden ser comparados y evaluada su interdependencia mediante valores que presentan una ruptura cuando tal interdependencia no existe.
Concretamente, el 'índice de interdependencia' no se distribuye de forma gradual entre lo considerado 'completo plagio' y 'totalmente independiente', sino que hay una franja definida que aísla ambas condiciones y que puede ser usada para discriminar limpiamente y de manera segura ambas conclusiones.
Es decir, el método está formalizado y definido matemáticamente, y si contiene un error, ha de indicarse en que punto del proceso. Desde luego, el lenguaje de las matemáticas es críptico y complejo, incluso personas aficionadas a ella y con una base matemática robusta pueden verse abrumadas por estas demostraciones.
De forma similar a como se recurre a un historiador para opinar de historia, podemos citar a algún matemático sobre los métodos de Fomenko. Por ejemplo, a David Martín de Diego, Vicedirector del Instituto de Ciencias Matemáticas del CSIC en 2016: “[Fomenko] Se basa en hechos históricos y en unos argumentos científicos que deberían ser rebatidos del mismo modo”.⁵³ Consultaremos a más.
Es erróneo representar las conclusiones de equivalencia de relatos como el simple criterio estético de una persona como hace el artículo. Sobre este tema hay que señalar que muchos de estos métodos son de uso habitual recientemente en el mundo académico para detección de plagios o en la atribución de obras clásicas de autor desconocido⁵⁴⁵⁵. De uso aún más reciente, la herramienta informática Veripol, hace uso de algoritmos matemáticos para detectar relatos falsos en denuncias policiales con una efectividad declarada del 90%.⁵⁶
El verdadero debate interesante sería por qué estos métodos son válidos en juicios, destituciones de figuras públicas acusadas de plagio, ensayos sobre posibles autores de obras anónimas y desestimación de denuncias policiales, pero son inválidos para contrastar las crónicas históricas.
En resumen, no es un método, son varios. No son subjetivos, son matemáticos.
Párrafo 5: “¿Cómo decidió Fomenko cuanto desplazar las fechas? La respuesta va al corazón de por qué esta teoría tiene poco sentido. Dice que decidió aplicar sus conocimientos de matemáticas avanzadas al estudio de la Historia.”
Precisamente en la respuesta (correcta) a esta pregunta está el corazón de por qué esta teoría tiene sentido.
Recordemos la definición de 'exacto': “rigurosamente cierto o correcto”, y después, recordemos la definición clásica de 'Ciencia Exacta': “Las ciencias exactas, a veces llamadas Ciencias Matemáticas Exactas, son aquellas ciencias 'que admiten absoluta precisión en sus resultados'; especialmente las ciencias matemáticas.”⁵⁷
Al mismo tiempo, es indiscutible que forma parte de los privilegios de cualquier ciencia el derecho a entrometerse en cualquier rama del conocimiento en la que sus métodos sean de aplicación. La excepcional categoría científica de las matemáticas hace ineludible asumir esta asimetría: un modelo matemático puede invalidar un modelo histórico, lo opuesto, no.
¿Sugiere Colavito que las matemáticas no deberían aplicarse al estudio de la Historia, o quizás que Fomenko lo hace de manera incorrecta?
Por supuesto el autor no puede estar sugiriendo la primera interpretación, dado el rol literalmente insustituible de las matemáticas en la cronología histórica (a menudo definida en términos coloquiales como 'columna vertebral de la historia'), y que constituye una rama de las matemáticas más complejas, con complicados cálculos de sincronización de calendarios, estando estos basados en ciclos lunares y solares que a su vez incluyen desajustes cuya acumulación no se hace patente hasta pasados varios siglos o incluso milenios, y que es imprescindible tener en cuenta.
Es necesaria también la aportación de los cálculos astronómicos para la asignación de fecha a los distintos eclipses, avistamientos de cometas, conjunciones de astros, ocultaciones, tránsitos, configuraciones planetarias (horóscopos) y demás eventos celestes mencionados en las distintas crónicas. No hay cronología, y por tanto, no hay historia, sin matemáticas.⁵⁸
Por otra parte, una hipotética acusación de que Fomenko aplica las matemáticas de manera incorrecta sólo es admisible para la ciencia si tal acusación incorpora información sobre el punto exacto y el motivo del error, junto a la aplicación correcta que debería sustituirlo.
Por desgracia el proceso que lleva a Fomenko a 'decidirse' a aplicar sus conocimientos al estudio de la historia no es mencionado en absoluto por Colavito, seguramente porque lo ignora por completo. La brevedad de la frase da la impresión de que Fomenko se aburría, o quería usar su disciplina como coartada para deformar la historia y hacerla más acorde a sus supuestas ambiciones imperialistas.
No pretende ser el objetivo de este artículo detallar tal proceso, algo explicado de la mejor manera por el propio Fomenko en su obra, pero para no dejar el tema en el aire, se indica que Fomenko consigue resolver un problema astronómico que había quedado sin resolución en un congreso internacional de astronomía convocado por la Royal Society de Londres en 1972, convocado únicamente para este fin. El problema, ya se introdujo unos párrafos más arriba: la aparente existencia de alguna fuerza de origen no gravitatorio y que había acelerado, y algunos siglos más tarde frenado, a la Luna en su movimiento orbital.⁵⁹
Para alcanzar esta solución usó datos extraídos de una versión radicalmente 'alternativa' de la historia propuesta por el gran físico, químico, astrónomo e historiador de finales del S. XIX, N.A. Morozov⁶⁰, que por su atrevimiento, ya en la época de Fomenko era prácticamente un desconocido para la comunidad científica contemporánea pese a sus grandes contribuciones en todas estas áreas. Entre ellas, el descubrimiento de los gases nobles, atribución no reconocida por encontrarse en prisión en aquel momento.⁶¹
Es sólo tras demostrar la dicotomía Historia – Astronomía, hecho imposible entre dos ciencias, cuando Fomenko 'decide' radiografiar la Historia utilizando las matemáticas.
El Almagesto
JC: “Comenzó estudiando los fenómenos astronómicos registrados en el Almagesto de Ptolomeo...”
Es un buen punto para resaltar una circunstancia curiosa, el artículo de Colavito incluye 11 referencias de consulta, pero todas únicamente para facilitar la comprobación de tal o cual corolario enunciado por Fomenko. En este párrafo y en el siguiente, donde Colavito nos presenta las bases de Fomenko y sus fundamentos, no nos ofrece ninguna referencia y ello es natural, dado que dicho resumen es totalmente falso y por tanto tales premisas no aparecen en la obra de Fomenko.
Fomenko de ninguna manera comenzó estudiando el Almagesto⁶², aunque lógicamente y como se verá, esa debía ser una de sus primeras obligatorias paradas. La obra original⁶³ referida por Colavito y dedicada al estudio del Almagesto se publica en 1993 por primera vez, cuando ya llevaba más de 10 años desarrollando intensivamente métodos matemáticos para el estudio de la historia.
Pero en este caso, de nuevo, Fomenko no pisaba ni mucho menos terreno inexplorado. Ya a finales de los años 60 un reputado físico, astrónomo e historiador de la ciencia de nacionalidad estadounidense, Robert Russell Newton⁶⁴, tuvo que descartar el contenido del Almagesto en base a ciertas inconsistencias internas detectadas durante el transcurso de una investigación sobre eventos astronómicos pasados. Esta investigación llevó sin embargo al citado problema irresoluble para la astronomía hasta que Fomenko se puso con él.
Un estudio posterior y más detallado del contenido del Almagesto fue encendiendo cada vez más la indignación de R.R. Newton hasta el punto de verse obligado a publicar la demostración en su famosa obra “El crimen de Claudio Ptolomeo” (1977)⁶⁵, para conocimiento del público en general y no sólo la comunidad científica, que ya había sido advertida.
Se incluyen unas breves citas tanto del prólogo como del epílogo escrito por el propio R.R. Newton, para que el lector se haga una idea de la dimensión, dureza y alcance de la acusación:
“Este libro cuenta la historia de un crimen contra la ciencia. […] Me refiero a un crimen cometido por un científico contra sus colegas veteranos y aprendices, y una traición a la integridad profesional y a la ética, un crimen que ha privado para siempre a la humanidad de cierta información fundamental relativa a los más cruciales ámbitos de la astronomía y de la historia.”
“Todas las investigaciones históricas o astronómicas basadas en el Almagesto deben realizarse nuevamente desde el principio.
¿Estaba loco R.R. Newton? ¿o acaso era ruso de espíritu? Ni una cosa ni la otra, es sólo un nombre más en la lista de auténticos escépticos, estudiosos de tal enciclopedia astronómica, lista que comienza con nombres conocidos hasta por el más relajado aficionado a la astronomía: Tycho Brahe S. XVI, Delambre S. XVIII, Arthur Berry S. XIX, N.A. Morozov, John P. Britton, Kristian Peder Moesgaard, Bartel Leendert van der Waerden, S. XX.⁶⁶
Por motivos de espacio no es posible detenernos más en la obra de R.R. Newton. Finalizamos mencionando que una de las principales conclusiones del análisis es que la versión canónica del Almagesto no incluye ninguna observación real, y consiste íntegramente en cálculos y reconversiones de una observación original con el fin de hacerla encajar en otra época histórica.⁶⁷
R.R. Newton, que probablemente aun desconocía de la existencia de Morozov al escribir su obra, había llegado exactamente a su misma conclusión. Ambos sabían ‘como’, pero faltaba averiguar ‘cuando’.
Sobre el 'por qué', de momento, sólo conjeturas. Ptolomeo⁶⁸ alaba al gran Hiparco⁶⁹, su antecesor de cuatro siglos atrás. Sin embargo, su obra nunca apareció. Quizás Ptolomeo era un narcisista patológico que, tras apropiarse los datos de su ídolo, los recalcula para su época y destruye su obra, pasando a la historia como el más grande astrónomo de la antigüedad, algo confirmado por el hecho de que su obra es la referencia de todos los astrónomos durante nada menos que los diez siglos posteriores. O quizás, por soberbia, simplemente quiere dar soporte científico a su particular modelo astronómico, falsificando los datos para que se ajusten a él.
El motivo real resultó ser mucho más oscuro y trascendente.
Lógicamente, cuando llegó el momento oportuno, Fomenko y sus colaboradores también ‘decidieron’, ahora entendemos que obligados moralmente, a estudiar el Almagesto. Al resolver un problema que hasta entonces contradecía toda la astrofísica conocida, Fomenko había sido testigo de un grave ‘error’ en la historia, que quedaba resuelto precisamente por lo asegurado en una loca y absurda variante de ella. Había que seguir buscando si tal era también la dimensión de este error.
Por suerte, estos últimos trabajos sobre el Almagesto demostraron que R.R. Newton simplemente no había podido concebir que aquel que recogiera su testigo podría recuperar parte de la información fundamental que él ya había dado por perdida para siempre. Fomenko, pese a cargar con gigantes sobre los hombros, puede trepar con confianza por el kilométrico acantilado de la falsificación histórica. Ya sabe que este acantilado está sembrado de golosos salientes y agarres que una vez se recurre a ellos, tienen la función de desprenderse al vacío junto al escalador que quiera descubrir quién los colocó allí.
Y es que antes de continuar, es necesario aportar un detalle menor. La caracterización de Fomenko como conspirador solitario empeñado en una causa perdida se desdibuja cuando atendemos a la obra referida. Resulta que el libro reseñado sobre el análisis del Almagesto tiene tres coautores: Anatoly T.Fomenko, Vladimir V.Kalashnikov, Gleb V. Nosovskiy. Por motivos de espacio no es posible detallar los currículos y credenciales de estos excepcionales matemáticos, algo que deberá hacer por su cuenta cualquier interesado. Algún tiempo después, Tatiana N. Fomenko se unirá a dicho equipo, mientras que a Kalashnikov por desgracia, le llegará el momento de separarse tanto de sus compañeros como del resto de la humanidad.
JC: “Fomenko es de la opinión que el Almagesto registra fenómenos astronómicos entre los siglos VII y XII A.D. [..] Sin entrar en las complejas matemáticas, el método de análisis estelar de Fomenko no prueba su postura”.
Es comprensible que Colavito no quiera entrar en las 'complejas matemáticas', ya que es la única manera, no entrando, como se puede asegurar sin pudor que Fomenko no prueba su postura.
El tratado de Fomenko y colaboradores⁷⁰, de casi mil páginas, posterga el análisis del Almagesto hasta haber ilustrado al lector con la que posiblemente sea la mejor fuente disponible para comprender la estructura interna y características del mismo, la descripción y modo de uso de la instrumentación con la cual se obtenían los datos, así como los problemas y errores derivados de las limitaciones impuestas tanto por los medios utilizados como la ubicación geográfica de su colega astrónomo del pasado, la descripción del problema a resolver, las carencias implícitas de los métodos considerados previamente, el diseño y formalización de dos métodos alternativos e independientes (estadístico y geométrico) para analizar cualquier catálogo estelar de interés (no sólo el Almagesto), y demostrar que ambos métodos siempre coincidirán en sus resultados, para después pasar a una etapa empírica de ponerlos a prueba usando catálogos de épocas bien conocidas a priori, así como catálogos experimentales falsificados con el propósito de contrastar la fecha de falsificación obtenida por ambos métodos con la fecha utilizada para deformarlos.
Remitimos a esta obra para la verificación de cualquier dato astronómico ofrecido a continuación y que no incluya referencia.
JC: “Aunque asigna un pequeño margen de error a los datos de Ptolomeo, luego debe asumir que los valores de Ptolomeo apenas tienen error para conseguir llegar a las 'verdaderas' fechas. Un pequeño error por parte de Ptolomeo podría (y así es) lanzar los cálculos por el aire”
En este caso debemos dar las gracias a Colavito por haber resumido tan brevemente lo que simplemente, no es.
Ahorra palabras y detalles porque sabe que de otra forma no podría ocultar durante mucho tiempo que no domina el tema que expone. Pero pensando en el mayor interés de sus lectores, les proporciona estas dos ambiguas frases, que bien memorizadas pueden sacarles de un apuro si algún día les sorprende la cuestión en un bar, siempre que este sea lo suficientemente ruidoso. La ausencia de citas no es sólo una conveniente omisión, incluirlas es además una imposibilidad.
Resulta que el margen de error de los datos de Ptolomeo está expresamente detallado en el propio Almagesto, y ese es el dato que Fomenko y colaboradores usan. ¿Debería usar algún otro? ¿en base a qué? En el fondo, es una concesión de veracidad a una obra que recordemos, ya había sido demostrada falsa. Pero es ingenuo pensar que los matemáticos se conformarían con este dato sin comprobar si es cierto. Concretamente, lo que el Almagesto indica es su precisión, la cual implica un margen de error. Tal precisión declarada es de 10’ (minutos de arco).
Ahora es necesario explicar cómo tergiversando los hechos un historiador puede ofrecer la conclusión opuesta a lo demostrado:
Sabiendo que Fomenko, tras comprobarlo, usa el margen de error implícito en la precisión (declarada y comprobada) del Almagesto, es engañoso pretender que este ‘escogió’ un dato inverosímilmente pequeño. Lo cierto es que para los objetivos de Fomenko, este dato resultó ser más bien grande, aunque válido.
Ahora viene lo realmente sorprendente: tal dato, siendo grande pero adecuado para Fomenko, si que es demasiado pequeño e inasumible para Colavito si este atiende a sus implicaciones, pues para conseguirlo hace falta el uso de relojes con minutero, algo que sólo aparecerá en la Edad Media, más de un milenio después de Ptolomeo. Colavito muy escépticamente no nos dirá nada de este y otros problemas, por ejemplo los relativos a la posibilidad de hacer algunas observaciones desde Alejandría, la tierra de Ptolomeo.
El método de datación del Almagesto de los matemáticos rusos se fundamenta en una ingeniosa aplicación del llamado 'Movimiento Propio'⁷¹ de las estrellas, tal como está determinado para cada una de ellas por la astronomía moderna mediante el uso de todos sus recursos teóricos y tecnológicos. Ahora bien, cada estrella tiene, lógicamente, una velocidad diferente, lo que da lugar al nombre del fenómeno.
La aparente configuración estática de las estrellas en todo el firmamento es sólo la que corresponde a nuestra época, ya que todas las estrellas siguen un camino en línea recta con la velocidad y dirección indicada por su vector de Movimiento Propio. Incluso para las más rápidas, este movimiento tan lento es imperceptible durante la vida de varios observadores consecutivos, tramo temporal que como sabemos, no es sino una breve chispa en la escala temporal cósmica.
Sabiendo estos movimientos podemos acelerar mediante cálculos, como si fuera una moviola, para ver como cambiarán todas las constelaciones en el futuro, o bien, hacerla correr hacia atrás para ver como fue el firmamento, entendido como una constelación de constelaciones cambiantes, en el pasado.
La forma de hacerlo, a grandes rasgos, sería la siguiente. Dado que la precisión que nos limita vendría a ser como una hoja cuadriculada, sobre cuyas casillas debemos dibujar las estrellas en su posición actual, hemos de elegir el tamaño de tales casillas en correspondencia con tal precisión, siendo inútil usar casillas más pequeñas por motivos obvios.
En dos hojas de este tipo, representaríamos en una el firmamento actual y en otra, el firmamento descrito en el Almagesto. Después haríamos funcionar la moviola hacia atrás fotograma a fotograma, deteniéndonos cuando la imagen mejor coincida con la del firmamento antiguo. En base al desplazamiento de cada estrella, el cual por desgracia sólo podemos contar por celdas, así como en base a su velocidad conocida, podremos saber cuándo estuvieron allí, quedando registrado tal hecho en el Almagesto.
Veamos que ocurre al incluir en esta investigación aquellas estrellas con un movimiento propio demasiado lento. Resulta que mientas las más veloces ya certifican haber llegado su destino, las más lentas no han podido salir aun de su casilla, que resignadamente hemos tenido que definir más grande de lo que nos gustaría. Su velocidad es demasiado lenta para nuestra precisión de trabajo. Según testifican estas estrellas y en base a su experiencia, tal Movimiento Propio ni siquiera existe en realidad, algo que sabemos falso.
Debemos excluir a estas estrellas para estos cálculos, pero se utilizan para otros fines. Ya que debemos construirnos la propia cuadrícula en sí y para que el grosor del trazo sea el más fino que podamos alcanzar, se necesitan tantas estrellas como sea posible. Este trazo, que centra el eje coordenadas, se utiliza para casar la borrosa foto antigua con nuestra nítida equivalente, por lo que ha de ser lo más fino posible.
Eso sí, incluso para este fin deberá hallarse una correspondencia inequívoca entre cada estrella del catálogo con alguna de las que actualmente observamos en nuestro firmamento. En algunos casos esta correspondencia es directa, en otros es imposible, y en otros es posible, pero siempre y cuando atribuyamos a priori una fecha al Almagesto, algo que no podemos permitirnos pues es precisamente este dato el que buscamos, es decir, se viciaría el análisis con un elemento de razonamiento circular.⁷²
El experimento se realiza entonces con el llamado 'núcleo informativo' del Almagesto, aquel que excluye algunas estrellas bajo un criterio común a todas ellas, según si evalúa que su aportación es de precisión o de incertidumbre.
Resumiendo la cuestión, no es que a Fomenko 'le convenga' eliminar las estrellas no identificables sin ambigüedad, junto a aquellas con un Movimiento Propio lento, sino que a la Historia Oficial 'no le conviene' su exclusión pues necesita de la -ampliación del error- que estas inducen en la franja temporal que puede abarcar el catálogo para poder 'caer dentro' de ella.
Se puede entonces resumir la situación en una pequeña tabla:
Magnitud del Error |
Fechas Candidatas Posibles |
Acotada |
Fomenko |
No acotada |
Clásica, Fomenko |
Es decir, el comprensiblemente ansiado “pequeño error por parte de Ptolomeo” de Colavito no es un requerimiento de la fecha propuesta por Fomenko, sino de la fecha clásicamente consensuada para el Almagesto. Se ruega al lector interesado que no dé por válida esta información hasta comprobarla por sí mismo directamente de la fuente original.
Colavito presenta la indiscutible posibilidad de cierto error como un muro infranqueable de incertidumbre que Fomenko necesita de alguna manera “obviar” para poder “llegar a su objetivo”.
Justo al contrario de la realidad, pues como en cualquier otro estudio estadístico tal error no sólo es ponderable, sino que puede ser clasificado bien como “error sistémico”⁷³, es decir, aquel que afecta a todas las muestras y por tanto no se promedia a cero, o bien como “error aleatorio”, error no atribuible directamente al sistema de medida empleado y que permite descartar muestras anómalas.
El cálculo del error sistémico no sólo permite automáticamente compensarlo aplicando su valor inverso y mejorar la resolución del catálogo, sino a su vez confirmar la precisión autodeclarada por el propio Almagesto. Desde luego, sin entrar en las ‘complejas matemáticas’, a cualquier persona esto le puede parecer simplemente magia y charlatanería.
Hay más circunstancias que pueden interesar a quien le resulte interesante todo lo anterior. El Almagesto contiene muchísima más información astronómica, tanta, que hace sorprendente e inexcusable la omisión de otra.
Por ejemplo, incluye una buena serie de eclipses lunares, sus fechas y horas de inicio y fin. La ocurrencia de estos eclipses, cuya periodicidad es conocida desde tiempos remotos tras quedar definida en el llamado Ciclo de Saros⁷⁴, es visible en todo el hemisferio nocturno, la luna siempre ha de encontrarse en fase de luna llena y duran varias horas.
R.R. Newton ya había demostrado la falsedad de la práctica totalidad de eclipses lunares recogidos en el Almagesto. Unos pocos quedaban en libertad provisional por falta de evidencias, lo que no quiere decir automáticamente que fueran reales, también podrían ser falsificaciones menos burdas. Quizás ese era precisamente el caso, por ser las más burdas y descaradas se habrían recalculado con mayor precisión en el S. XVI – XVII, con mejor resultado. Nadie se debe preocupar por esta suposición, ya que sobre ella nadie sostendrá nada.
La incapacidad demostrada de los eclipses mencionados para proveernos de una datación independiente del catálogo no hace necesario que sean descartados. Fomenko y sus colaboradores decidieron comprobar si el acontecimiento de estos eclipses al menos contradecía la datación medieval obtenida con los anteriores métodos. Sin embargo, todos ellos tenían alguna solución compatible con ella.
En contraste, los eclipses de Sol, con mucho mayor impacto como fenómeno por ocurrir en horas de vigilia, duran sólo unos pocos minutos y sólo son visibles desde pequeñas áreas geográficas, distintas en cada ocasión. Además, la sombra del eclipse traza un recorrido por la superficie a lo largo de la duración del mismo. Cualquier descripción de una ocurrencia debe incluir además sus horas de comienzo y fin, y también su fase, es decir, qué porcentaje del disco solar se llegó a ocultar.
El Almagesto, que a los ojos de la matemática no es más que un sumario de 'retrocálculos', agrava su situación no incluyendo ninguna mención de eclipses solares⁷⁵, que para quedar correctamente registrados han de ser o bien presenciados, o bien obtenerse mediante los cálculos más difíciles y complicados, cálculos que tanto en la fecha consensuada como en la revisada eran prácticamente inabordables.
Más problemas: el propio sistema de coordenadas y su utilización en el catálogo encienden absolutamente todas las alarmas del laboratorio de un astrónomo. El uso de coordenadas eclípticas⁷⁶ usado en la antigüedad por considerarse perenne, dejó paso al uso de coordenadas ecuatoriales⁷⁷ en tiempos más modernos una vez se comprobó que tal perennidad no existía.
Pero los vestigios de una conversión de coordenadas ecuatoriales en eclípticas empastra todo el contenido del Almagesto, siendo uno de ellos el orden de descripción de las constelaciones, precisamente el correspondiente al sistema moderno y no al antiguo.
La laboriosidad y pérdida de precisión que implica este tipo de conversión de coordenadas hace necesario considerar necesariamente la existencia de un objetivo secundario, que se reduce a dos posibilidades: o bien se trató de hacer el catálogo ‘eterno’, o bien era un esfuerzo en ocultar su fecha de confección.
Más aun, el hecho de comenzar con la descripción de la constelación Osa Menor (lógico en sistema ‘moderno’, por ser el Polo Norte Ecuatorial) en lugar de El Dragón (lógico en sistema ‘antiguo’, por ser el Polo Norte Eclíptico) puede dar algo de información sobre cómo de remoto es tal catálogo, ya que el centro del sistema ecuatorial es el Polo Norte Celeste, el cual se mueve con una trayectoria conocida.
Un astrónomo moderno tiene buenas razones para comenzar por Polaris (o estrella polar, la más luminosa de la Osa Menor) puesto que actualmente es la estrella más cercana al Polo Norte Celeste, mientras que uno antiguo en base al mismo criterio debería haber comenzado por Kochab (o Beta Ursa Minor, la segunda más luminosa, pero sólo un 5% menos que Polaris). El Almagesto, por alguna razón anteriormente desconocida, comienza por Polaris. Sólo esta consideración lo teletransporta a algún momento posterior al S. X-XI, unos mil años atrás de su fecha consensuada, como mínimo.
Hay más circunstancias, por ejemplo, la descripción de ciertas ocultaciones. Ya no podemos detenernos en una explicación simplificada ni del problema ni de la solución. Pero podemos decir que Fomenko, recalculándolas en una versión más precisa que la clásica, encuentra que son más conformes a su propia datación obtenida independientemente por el método del Movimiento Propio.
La imposibilidad de conseguir demostrar tales cosas sin que la matemática utilizada sea fraudulenta es tarea que sus objetores deben acometer, pero no en base a la conclusión. Que empiecen por la primera línea y pongan el dedo en la operación incorrecta, para que los demás podamos saberlo también.
JC: “Usando esta interpretación excéntrica, Fomenko pasa a declarar que sobre tal base toda la cronología histórica es errónea.”
En nombre de la Historia Oficial, Colavito pide que, por favor, en lo que sí sería una ‘interpretación excéntrica’ de los datos y contraviniendo la práctica estadística convencional, Fomenko no descarte las muestras con un alto valor de error aleatorio y se atenga a una precisión menor (mayor error) de la declarada y constatada, pues de lo contrario, simplemente no puede objetar nada a las conclusiones del estudio. Además, tal aseveración no incluye referencia, y no puede haberla porque Fomenko no se basa en su interpretación de Almagesto para refutar toda la cronología histórica. Esta refutación consiste además en análisis astronómicos de eclipses, configuraciones planetarias, menciones de paso de cometas, así como análisis estadísticos sobre textos históricos y mapas.
El resto de párrafo puede considerarse más o menos fiel a los corolarios de Fomenko, pero no incluye ninguna 'explicación' sobre el razonamiento subyacente, por lo que si que incluye una referencia.
El lector puede estar preguntándose ya desde hace rato a qué viene tanto follón. Al fin y al cabo es sólo documento del que no tenemos el original, y solo nos han llegado copias de copias de copias, con muchos errores, siendo la más antigua una traducción griega de una copia en árabe realizada unos 1000 años después de los tiempos de Ptolomeo.
¿Qué línea inamovible está defendida por ésta auténtica ‘trinchera escéptica’, donde se refugian los argumentos que realmente deberían estar ayudándonos a traspasarla? todos los días y en base a un simple detalle se descubre la falsedad de cuadros, cartas, espadas, y reliquias que se tenían por verdaderas. Pero sobre este documento, un ejército en fila india de astrónomos indignados no han podido siquiera llevarlo a juicio, a pesar de escribir libros enteros con todas sus razones y cálculos que lo demuestran.
Resulta que el Almagesto es, literalmente, Piedra Angular de la Cronología Histórica. Asumir su falsedad es asumir el colapso de toda la cronología, de toda la Historia. Muy oportunamente el Almagesto menciona varios eventos astronómicos fechados respecto al reinado de diferentes gobernantes. Así, como de soslayo, resulta que con él podemos certificar cuando reinaron estos gobernantes teniendo en cuenta la época de sus observaciones astronómicas (soldadas a su vez al gobierno de Antonino Pio⁷⁸). Ahora se comprende que la falsificación consiste precisamente en dar credibilidad a estos datos, darles un anclaje tan inamovible temporalmente como un determinado estado del cosmos.
Ptolomeo, además de astrónomo, era geógrafo. Sus mapas son un pilar fundamental de la concepción del mundo que tenemos de su época. Seguramente y por pertenecer a un concienzudo falsificador, habría que no sólo ponerlos en tela de juicio por la posibilidad de ser falsos, sino tratar de averiguar qué falsean.
De esta forma, veamos a donde irían a parar unos cuantos conocidos gobernantes de los S. I – II si aceptamos la datación corregida del Almagesto: Augusto, Domiciano, Trajano, Adriano y Antonino Pío serían en realidad personajes del S. XIV. Mal asunto, si además, por esta época podemos encontrar personajes que parecen ser auténticos duplicados de ellos.
Múltiples Inconsistencias
Por lo tanto, no hay discusión posible. Las Bombas Lógicas colocadas por Fomenko en cada pilar de la Historia están sincronizadas, y prestar atención o manipular cualquiera de ellas puede hacer explotar el Mito Occidental antes de tiempo, en una supernova de luz que volatilizará cualquier cosa que necesite de su veracidad para existir. Estas bombas liberan la energía contenida en infinidad de falacias lógicas apiladas sobre si, rompiéndose en una reacción en cadena devastadora.
Hay más Bombas Lógicas, una de ellas en Pompeya, que no cae en la explosión del Vesubio del S. I sino ya bien entrado el S. XVII, dando además una explicación lógica a la viabilidad de los trabajos de Domenico Fontana⁷⁹ bajo ella antes de ser 'descubierta'. Pero en aquel cataclismo muere Plinio el Viejo, por cuya 'Historia Natural' sabemos algo del 'antiguo' Imperio Romano (la publicación de esta obra por parte de Hardouin da comienzo al artículo de Colavito).
Otra Bomba Lógica puede estar contando segundos en el interior de la pirámide de Keops, que pasa a ser la última pirámide, no anterior al S. XIV, y construida con útiles de acero y cemento geopolímero⁸⁰, redescubierto por Joseph Davidovits⁸¹ sólo en la segunda mitad del S. XX (aunque esto es algo ya desmentido por la Geología tras el comentario de “No es fácil aportar una educación geológica a un químico brillante y determinado”⁸² , comentario por cierto también aplicable para el caso de una educación en sentido contrario).
Por fin se explicaría el hallazgo de herramientas de acero en su interior, atribuidas actualmente a quienes la usaron de cantera posteriormente. No habría tampoco que corregir a Heródoto (S. V a.C.), que nos asegura el uso de este tipo de herramientas para la construcción (Hdt 2.125.7)⁸³, pero nos lo tendríamos que traer a él mismo al S. XV – XVI.
Sobre el alcance probatorio del análisis geológico de los bloques de la Pirámide, no es necesario ser un atrevido impertinente analfabeto para tratar de reducirlo considerablemente. Quizás hay una solución muy sencilla tanto para el origen geológico del material como para los pelos y burbujas de su interior observados por Davidovits⁸⁴: el encofrado de cada bloque se llenó principalmente con gruesos fragmentos de escombros y se vertió sólo el caro geopolímero necesario para cubrir el molde.
Dado que el geopolímero no es sino el mismo material pero pulverizado, una vez fragua el bloque no hay discontinuidades, la mezcla es homogénea. Este es precisamente el caso para las colosales y perfectamente simétricas estatuas del egipcio antiguo, las cuales ya muestran ausencias de los deteriorados parches de geopolímero exterior.
Tendríamos entonces que las observaciones geológicas serían correctas, las observaciones de Davidovits, correctas, la ingeniería inversa⁸⁵ del geopolímero, correcta, la interpretación de los jeroglíficos⁸⁶ donde se contrastó la fórmula Ari-Kat (cemento geopolímero antiguo), correcta, las sierras de cobre mágicas, innecesarias, la tecnología y precisión alienígena para ensamblar bloques, aburrida ciencia ficción.
Otra bomba más, en la muralla China, una obra colosal comprensiblemente invisible para Marco Polo⁸⁷, pues toma su forma actual no antes del S. XVIII, y explica que China pueda en su momento, establecer sus fronteras con ella sólo tras haber tenido lugar, y no antes.
Otra, en el centro de Roma, donde no ocurrió nada destacable antes del S. XIV y aun no tendrá su Coliseo hasta pasados cuatro siglos, lo que a su vez explica ser totalmente ignorado por las descripciones de Roma en los libros de la época, y la coincidencia de su relato con el del Coliseo original hallado en tierras Turcas, que si era apto además, al contrario que su copia, para celebrar Naumaquias⁸⁸, y conserva un ‘Coloso’ cerca de su entrada.
Otra en el cometa Halley, cuyas observaciones Chinas de las más remota antigüedad resultan ser fabricadas, y durante siglos y milenios siempre relució claramente en sus visitas ante los habitantes del hemisferio norte, excepto en su última visita de 1986.⁸⁹
Hay otra bomba en las bodegas del Arca de Noé, que no es otro que Cristóbal Colón, y que siendo este quien fuera pues su identidad como Catalán luego se ofusca intencionadamente⁹⁰ , no solo transportaría las parejas de animales necesarias para exactamente, -Colonizar- un nuevo mundo, sino que transportaría también en sus bodegas a todos los judíos españoles que justo el día anterior a su partida pasaron a ser ilegales en su propio país, por haber vencido el plazo establecido en el Edicto de Granada⁹¹⁹² para salir de él, y siendo él mismo uno de ellos⁹³. Hay muchas más, todas conectadas entre sí.
Alcanzamos a ver entonces que las implicaciones de aceptar falso el Almagesto terminan con la necesidad de quemar por segunda vez todo lo contenido en nuestra actual 'Biblioteca de Alejandría'⁹⁴, dándonos al mismo tiempo nuevos motivos que pensar sobre a qué fue debida la primera quema, y que habría tenido lugar realmente en pleno S. XVI.⁹⁵
Paralelismos Dinásticos
Párrafo 7: Se menciona una de las asociaciones de uno de los paralelismos dinásticos resaltando su diferencia.
El apelar a 'errores de copia', 'personajes duplicados', 'errores cronológicos', etc. como causa parcial de una necesaria reinterpretación de la historia, puede parecer una idea nueva y rocambolesca. Antes de haber considerado este asunto, quizás no hubiéramos negado estas posibilidades, pero sí que pudieran llegar a tener tanta trascendencia.
Se citan al respecto unas breves palabras extraídas del libro “Genio del Cristianismo”(1802)⁹⁶
“La cronología no es otra cosa que un montón de vejigas llenas de aire; cuantos han creído que caminaban por ellas sobre un terreno sólido, han venido a caer. […] Si a todas estas dificultades de cronología, la geografía y hechos históricos, se añaden los errores que provienen de las pasiones del historiador, o de los hombres que viven en sus fastos; si se agregan también los yerros de los copiantes, y otros mil accidentes de tiempos y lugares, será preciso convenir, en que todas las razones alegadas por la historia en favor de la antigüedad del globo, son tan poco satisfactorias, como inútil su investigación. No se puede negar ciertamente, que se establece muy mal la duración del mundo, sentando para ello la base en la vida humana […] ¡Se intenta probarnos por medio de escombros, una sociedad sin principio ni fin! ¿Se necesitan acaso tantos días para reunir inmensas ruinas? ¡Cuán viejo sería el mundo, si sus años se contasen por sus destrozos!”
“Sabemos también por Herodoto, Diodoro Siculo, Justino, […] que los egipcios ponían su vanidad en ocultar su origen en los tiempos, o por decirlo así, en esconder su cuna bajo la oscuridad de los siglos […] El número de sus dinastías no puede servirnos de embarazo alguno. Sabido es que las egipcias se componen de reyes contemporáneos.”
“...Y véase aquí de estas cinco palabras Ehoth, Atoth, Hermés, ó Hermójenes, o Mercurio, otros tantos nombres famosos que ocupan según ellos cerca de dos siglos, y sin embargo estos cinco reyes eran un sólo egipcio, que acaso no vivió 60 años.”⁹⁷
JC: “Sin embargo este error de más del 50% se considera un paralelismo”.
Es llamativo este uso incorrecto del término 'error' en un contexto supuestamente riguroso. Este término solo sería adecuado en este contexto para describir una medida respecto a la magnitud real. En cualquier caso, se entiende la intención del dato y no es necesario insistir: Colavito quiere decir “discrepancia”.
Pero para desgracia de su causa, resulta que no es en base a este dato sobre el que se determina la dependencia o independencia de las secuencias dinásticas. Es el paralelismo dinástico en su integridad el que implica la correspondencia entre monarcas, y no las distintas correspondencias entre monarcas las que implican el paralelismo dinástico.
Simplificando el concepto, el objeto matemático comparado es definido como “secuencia dinástica”, y sus atributos, “duración de los distintos reinados de los monarcas”.⁹⁸
Veamos ahora como se procesan estos objetos. En base al “principio de las pequeñas distorsiones”, cuyo rigor bien podrá luego avalar alguna autoridad representativa de la ciencia Estadística Matemática y Teoría de la Probabilidad, no sólo son asumibles los errores tipo A de los cronistas antiguos sobre la duración del reinado de los distintos monarcas (no confundir con la simple discrepancia señalada por Colavito), si no también errores de tipos B y C, consistentes respectivamente en la permutación de monarcas en el contexto de su propia dinastía, y la agregación de varios de ellos como uno sólo, por lo que, para mayor irritación de muchos pseudoescépticos, no es un requerimiento que ambas dinastías contengan siquiera el mismo número de monarcas para poder ser comparadas.
Aplicando un sistema formal de conversión de dinastías en vectores, es posible utilizar todos los teoremas del álgebra vectorial no sólo para comprobar su dependencia e independencia lineal (exactamente en los términos como se definen, por ejemplo, en cualquier libro de matemáticas de bachillerato), sino representar todas y cada una de las dinastías y sus posibles variantes virtuales (debidas a cualquier combinación de errores tipo A ,B ,y C sobre su original), que quedan representadas como 'cúmulos globulares'⁹⁹ en un espacio vectorial¹⁰⁰. La expresión es utilizada por la similitud con los cúmulos globulares astronómicos, y debida a que la gran mayoría de variantes no están muy alejadas de su original, mientras que las variantes más improbables están más dispersas.
Esto permite someter el modelo a ciertas preguntas concretas, por ejemplo: ¿Existe y se puede obtener experimentalmente un coeficiente numérico natural calculado para cada par de dinastías que sea “pequeño” para dinastías dependientes y “grande” para dinastías independientes, un valor sobre el que sea posible discriminar ambas?
Tras el cálculo por ordenador de la escalofriante cifra de 15 x 10¹¹ dinastías generadas por variaciones de las secuencias dinásticas procedentes de la historia de Europa, el Mediterráneo, Oriente Medio, Egipto y Asia entre el 4000 a.C y el 1800 d.C, y formadas por los obispos y papas de Roma, los patriarcas de Bizancio, los Sarracenos, los altos sacerdotes de Judá, los Grecobactrianos, los exarcas de Rávena, las dinastías de Faraones de Egipto, las dinastías medievales de Egipto, las dinastías de Bizancio, del Imperio Romano, España, Rusia, Francia, Italia, Imperio Otomano, Escocia, Lacedonia, Alemania, Suecia, Dinamarca, Israel, Judá, Babilonia, Syria, Portugal, Partia, reino del Bósforo, Macedonia, Polonia e Inglaterra, la respuesta a la pregunta anterior resulto ser afirmativa.
De nuevo le pido al lector que no otorgue la más mínima credibilidad ni solidez al método resumido anteriormente, ni a cualquier otro, sin comprobarlo personalmente. Pero las conclusiones diametralmente opuestas a éstas y sostenidas por cualquier otra concepción histórica no quedan a salvo solamente porque se decida retrasar esta comprobación hasta el fin de los tiempos.
Párrafo 8: Se citan algunos ejemplos más de comparaciones entre reinados de monarcas equivalentes.
En una aplastante prueba de que el autor subestima completamente el ingenio de los métodos de Fomenko, nos presenta unos pocos ejemplos más de sus propios 'cálculos' consistentes en simples divisiones entre periodos de reinado para obtener un 'porcentaje de error'.
Párrafo 9: Ahora el autor menciona lo que el considera algunos 'buenos aciertos'.
Tras haber mencionado sólo 5 parejas de monarcas y haber calculado sus discrepancias, el autor olvida usar su propio método para obtener el 'error acumulado' por las distintas parejas. Si lo hubiera hecho habría obtenido los datos 121 vs 117 años, es decir, una discrepancia de sólo el 3%. Este dato quedó reducido a la pura imposibilidad estadística al considerar la secuencia completa, sobre todo al situarla en el contexto de -todos- los paralelismos dinásticos descubiertos por Fomenko (no sólo el de Inglaterra – Bizancio), según el método expuesto anteriormente.
Párrafo 10: El autor ofrece su interpretación sobre los fundamentos de Fomenko.
JC: “Toda su teoría depende de su idea de que la historia es meramente la crónica de los reinos de monarcas, y que las relaciones matemáticas entre sus reinos son tan definitivas como la relación matemática de ambos lados de una ecuación algebraica”
El autor confunde su interpretación de la teoría con el verdadero fundamento de la teoría. Usa la refutación de su propia parodia del método de Fomenko para intentar refutar los resultados obtenidos por los auténticos métodos. No hay cita sobre el fundamento de la teoría de Fomenko que corrobore su interpretación, no puede haberla porque esta interpretación es errónea.
En este punto del texto, un lector que conozca de antemano el tema que se está tratando siente tristeza al comprobar que todo lo dicho hasta ahora solo puede ser sintomático de un desprecio tan profundo a la obra de Fomenko por parte del autor, que no sólo le ha impedido leerla y analizarla, sino que le obliga a autoengañarse hasta el punto de creerse capaz de refutarlo sin hacerlo, tras una simple lectura precipitada de su resumen publicado.
Colavito no sólo se conforma con su 'comprensión' de un fondo que reconoce no haber nunca analizado y se atreve a tutelar a los lectores sobre él, sino que además improvisa su propio método, el “método Colavito”, consistente en una simple división para calcular un porcentaje, para confrontar el “método Fomenko”.
El bochorno es simplemente insoportable. Colavito realmente cree y siente que está siendo un rival de Fomenko en su propio terreno, las matemáticas. No teme al ridículo porque ¿acaso Fomenko no 'se ha metido' en Historia?
Lamentablemente, muchos lectores curiosos, pero demasiado perezosos o acomplejados como para someter a su propio juicio el tema que consultan, se contentarán con la autorefutación de Colavito del ridículo método que trata de atribuir a Fomenko. Y paradójicamente tanto el autor como la gran mayoría de estos lectores se considerarán “escépticos” por haberlo leído en la revista “Skeptic”, donde fue publicado originalmente.
Actitudes como esta, repetidas a lo largo de las décadas, son las que han hecho necesario que una disciplina académica haya tenido que venir a apuntalar la casa de otra hasta su inminente derribo, con la comprensible pero inevitable humillación de sus constructores, que se tenían por arquitectos.
Centrándonos de nuevo en el interés de lectores: Fomenko y sus cuatro colaboradores nunca se basaron en dividir los tiempos de reinados para emparejarlos, “tolerando errores de hasta el 100%” como sugiere el autor.
Sería de agradecer que Colavito no se hubiera limitado a “corregir” a Fomenko, sino que hubiera también corregido públicamente a Albert Shiryaev¹⁰¹ por entonces presidente de la Sociedad Internacional Bernoulli para la Estadística Matemática y Teoría de la Probabilidad¹⁰², y cuyo nombre firmaba el prólogo de la obra de Fomenko ya en 1990: “Este libro está escrito de acuerdo a los estándares científicos más exigentes y es un fenómeno sin precedentes en el área de la literatura científica en estadística matemática aplicada.”
Se recomienda al lector la lectura detallada del prólogo de Shiryaev, el cual no duda en calificar el trabajo de Fomenko como “nuevo y prometedor campo de la ciencia”.
Párrafo 11: Se formula un corolario de Fomenko en su perfecta forma inversa, se plantean cuestiones que automáticamente pasan a ser irrelevantes por este hecho. Apelación a las consecuencias.
JC: “Fomenko asegura que la historia Bizantina entre 1143-1453 es un duplicado erróneo de la historia entre 830-1143”
De nuevo, sólo la forzosa ausencia de la referencia bibliográfica ha permitido a Colavito y sus clientes pseudoescépticos no verse obligados a insertar una corrección en el artículo, así como borrar su primera pregunta, aun tras llevar 15 años publicado. Fomenko asegura que precisamente el último tramo histórico entre 1143-1453 es el original del cual el resto de tramos considerados son duplicados históricos.
Respecto a la segunda pregunta e incluso ante un replanteo coherente de la primera, recordamos que por muy conveniente que pueda parecer a primera vista, una “reducción a lo complicado” o una “reducción a lo improbable” jamás puede ser en lógica proposicional un sustituto de una auténtica “reducción al absurdo”¹⁰³ que sí obligara a la negación del antecedente en esta inferencia lógica.
Evidencia Arqueológica e Historiográfica
Párrafo 12: Implicaciones de la datación numismática. Magna Carta de 1215.
JC: “¿Cómo podemos esperar creer los argumentos de Fomenko si la acuñación Imperial de monedas que documenta la sucesión de emperadores reúne virtualmente cada año desde 27 a.C hasta el 1453 d.C? ¿Cómo descartar la historia Romana escrita del pasado? Es más, si Fomenko tiene razón, debemos ignorar la Carta Magna de 1215, porque el Rey Juan de Inglaterra no sería más que una fantasía bizantina.”
Nos encontramos ante un ejemplo representativo del llamado argumento Ad Consequentiam¹⁰⁴ (“dirigido a las consecuencias”), que convierte en falaz cualquier conclusión obtenida al responderlo. Se supone que la imposibilidad de responder estas preguntas actualmente no sólo demostraría falsa NC, sino que además demostraría cierta la Historia Clásica. En cualquier caso, el lector puede encontrar información muy interesante sobre las cuestiones numismáticas y biográficas en las obras de Fomenko así como en todas las obras citadas en sus libros.
Antes de dar alguna opinión al respecto, volvamos brevemente de nuevo a Almagesto y al cálculo de su fecha.
Al finalizar su sección, un lector atento que haya seguido el razonamiento de este breve esbozo del método, y que atendiendo a mis súplicas no haya dado la conclusión por válida sin verificarla, podría haberse planteado al menos una sincera objeción: ¿acaso no se había demostrado previamente que el catálogo es íntegramente falso, contaminando todos los datos recogidos en él, algo que no es considerado en ningún momento en el método de datación detallado?
Como breve ejercicio, consideremos que esta pregunta tan lógica, racional y pertinente es una objeción lanzada al aire en un blog pseudoescéptico que agudamente ha percibido esta omisión, y que para colmo, posteriormente y en algún otro lugar hallamos que la respuesta correcta a tal pregunta es un simple y lacónico “si”.
¿Qué deberíamos concluir entonces?
Exactamente: quien planteó la pregunta aún tenía serías lagunas de comprensión tanto del problema como de la solución. La sensación de comprensión potencia la natural resistencia a la autocrítica, haciéndonos creer que es el método el que tiene una laguna y no la propia comprensión de él. La ausencia de una explicación para esta cuestión es una carencia de quien trata de abordarla, no del método, que no tiene obligación ni necesidad de atenderla.
El hecho de que, tras una exposición razonada, se plantee una objeción en forma pregunta lógica, racional y pertinente, no implica que tal pregunta sea relevante, aunque se responda en afirmativo.
Volviendo a las preguntas retóricas formuladas por Colavito, estas no pueden formar parte de una refutación, porque por definición son un recurso -ante la audiencia-.¹⁰⁵
Recordemos una definición de esta figura literaria:
“Se trata de una pregunta que se formula sin esperar respuesta, con la finalidad de reforzar o reafirmar el propio punto de vista, al mismo tiempo que incentiva al oyente a reflexionar sobre un asunto o que adopte un cambio en su conducta.”
El experto autor no tiene respuesta a tales preguntas, por lo que sus aprendices deberían desistir incluso de intentarlo. En realidad, no se espera respuesta alguna: el autor de la teoría enemiga habría estado encantado de ofrecer su mejor intento en un simple correo electrónico, y cuya respuesta podría haber pasado a comentar.
Ante estas preguntas, el oyente (en este caso interesado en información objetiva sobre Nueva Cronología), simplemente debería reflexionar sobre tal asunto y adoptar un cambio en su conducta.
Colavito presenta como imposible lo que meramente es en apariencia improbable: la acuñación de tales monedas no documenta realmente la sucesión de emperadores. No siendo la numismática un método de datación absoluto, significa que se puede acomodar naturalmente a múltiples paradigmas cronológicos. Por supuesto, esta sucesión de monedas se ha ido acomodando a una cronología previamente existente, pero en ningún caso la prueba.
Sobre descartar la historia Romana, a nadie se le pide que haga tal cosa. Sin embargo, si que es necesario reinterpretarla en base a su correcta cronología y geografía, de la misma manera que actualmente sus atribuciones tanto cronológicas como geográficas influyen en su interpretación. El hecho de que esta cronología y geografía sean radicalmente diferentes es un indicador de la urgencia con la que es necesario hacerlo, no de resistirse a ello.
Pasemos a considerar la Magna Carta de 1215¹⁰⁶. Vamos a plantear la legítima pregunta, que exasperará a más de un erudito, de si tal carta es de 1215.
En apariencia, la cronología de Juan de Inglaterra valida la cronología de la carta, y viceversa. Quizás al lector le sorprenda saber que muy oportunamente dicha carta siempre estará en armonía con cualquier cronología revisada de su rey firmante, pues no está fechada en términos absolutos sino relativos a los años de reinado del monarca.¹⁰⁷
Reconsideremos entonces al rey firmante, Juan de Inglaterra (apodado Juan “sin tierra”)¹⁰⁸ como reflejo de su original Juan VI Cantacuzeno (obligado al destierro en un monasterio y cuya familia fue exiliada y confiscadas todas sus propiedades)¹⁰⁹, y la Magna Carta 1215 pasa a ser Magna Carta 1363 automáticamente y sin fisuras de integridad, todo esto aplicando exactamente los mismos criterios que le atribuyen actualmente el año 1215.
Al mismo tiempo, los topónimos mencionados en dicha carta se presupone que reflejan los actuales lugares que los ostentan en la actualidad. Aunque parezca sorprendente para alguien que desconozca casos similares, no es imposible ni insólito que los topónimos de un lugar hayan adquirido la forma recogida en el documento que, a su vez, estos deben validar. Cabría preguntarse si hasta ahora no ha sido esta su función principal. Es más, la probabilidad de que un lugar sea víctima de este recurso aumenta conforme aumenta su relevancia histórica e identitaria.
Pongamos el ejemplo de las islas descubiertas y mencionadas por Marco Polo, las cuales son todas visitables hoy en día mientras que no hay consenso sobre la veracidad de su viaje. ¿Cómo puede ser esto? muy fácil: cuando usando su libro fueron a buscarlas, ya sabían los nombres conforme las iban “encontrando”.¹¹⁰
Es también muy interesante el caso del Estrecho de Anián, que hubiera permitido el paso del Noroeste. Lamentablemente la expedición que fue a buscarlo comprobó que todo era una leyenda y no existía. Pero en un caso de serendipia sin precendentes, el destino quiso que Vitus Bering encontrara uno exactamente igual en el mismo sitio, descubriendo el Estrecho de Bering¹¹¹. Para quien piense que ambos se refieren al mismo lugar, tiene que tener en cuenta que mientras que el Estrecho de Bering es perfectamente real, el Estrecho de Anián sólo és “semi-mítico”, según aclaraciones de expertos.¹¹²
Actualmente es aceptada esta sorprendente circunstancia sobre el archiconocido y profundamente simbólico topónimo “Monte Sión”: “Los habitantes de Jerusalén han conservado el nombre en varias épocas, pero han cambiado su localización al sitio que han considerado más apropiado en cada época.”¹¹³
Por último, y ante la posible irritación de un lector que no dé por relevante ninguna de las anteriores anotaciones, se indica para su tranquilidad que éstas no forman ni pueden parte de ninguna prueba, y ni siquiera forman parte de la reconstrucción histórica propuesta por Nueva Cronología. Pero a su vez, el rechazo a las mismas no puede formar parte de ninguna refutación sólo porque tienen carácter tentativo y no concluyente. Si este fuera el caso, bastaría con declararlas aún no resueltas y objeto de futuros estudios, situación habitual en cualquier rama de investigación.
Con la esperanza de que al lector le resulte interesante, divaguemos un poco sobre cómo podemos empezar una discusión sobre algunas cuestiones astronómicas y acabar considerando algunas cuestiones arqueológicas.
Mencionamos anteriormente algunas características de los eclipses de Sol. Las recordamos: fecha, hora, fase, zona geográfica de sombra, zona geográfica de penumbra. Tucídides¹¹⁴, un general ateniense durante la guerra del Peloponeso¹¹⁵, nos informa ser testigo de una tríada: dos eclipses solares, seguido de uno lunar. Tal testimonio nos dice además el tiempo transcurrido entre cada evento y el siguiente. Además, nos aporta un dato muy interesante, dado que uno de los eclipses es total, ya que de no ser así no hubieran aparecido estrellas como nos asegura. Todo esto lo presencia desde el lugar de los acontecimientos, el cual se resulta ser Grecia.
El cómputo de dicha tríada es la que sirve para datar precisamente tal guerra en el S. V a.C. según su aproximación astronómica, una fecha compatible, además, con la cronología consensuada de los gobernantes implicados y otros acontecimientos. Podemos pensar quizás que esta aproximación astronómica es la mejor, pero asignarle ésta resultaría imposible por un motivo fácil de anticipar.
El motivo de que sea imposible datarlo en base a la tríada más acorde es que esta sólo ocurre en el S. XI (en todo el marco temporal 900 a.C. - 1700 d.C.). Sin embargo, la tríada actualmente asignada, la más 'plausible', no sólo hace que el eclipse que deba ser total sea anular y no haga aparecer las estrellas, si no que no es precisamente en Grecia el mejor lugar para observarlo. La tríada descartada del S. XI, sin embargo, concuerda con la descripción de Tucídides punto por punto. La versión consensuada ha de excusar algunas de sus palabras relativas a la aparición de estrellas y cómo se percibe el fenómeno, olvidando que datábamos el evento en base a ellas por su precisa literalidad.
Existe la posibilidad de encontrar que la guerra del Peloponeso sea la de otro relato de un evento real desplazado atrás mediante reajustes temporales, poniendo énfasis en que existe y no en que es una posibilidad. Haremos una pausa para reflexionar sobre esta frase, que puede ser percibida como un recurso utilizado por su efecto, que sería el de pobre justificación o pobre excusa, según cada lector.
Una vez comprendido el método de Fomenko, podemos vernos tentados a saber ya lo que está ocurriendo: Como tiene una acusación robusta contra la autenticidad de un antiguo documento de grandes implicaciones históricas, y ha podido forzar cierta similitud entre ciertos eventos astronómicos e históricos, personajes y nombres de distintas épocas, busca más y más locos ‘paralelismos’ para apabullar con sus libros tanto a enemigos como adeptos, muchos de los cuales acabarán, como le ocurrió a Alonso Quijano, majaretas por creer todo lo contenido en ellos (Don Quijote, recordamos, no se vuelve loco sino por creer cierto el contenido de los libros de caballerías y gestas medievales)¹¹⁶.
Si nos encontramos en este caso, de saber lo que está ocurriendo, lo que debemos preguntarnos es si al margen de compartirlo o no, realmente estamos ya en condiciones de explicar y explicarnos cómo funciona su método, si no estaremos cometiendo una permutación de causas y consecuencias, para poder permanecer en lo que hasta ahora nos está pareciendo una segura trinchera.
En primer lugar, y siendo éste el principal motivo por el cual Fomenko sobrevuela con su avión a reacción por encima de las confundidas y errantes galeras a vela de la historiografía, los paralelismos no se buscan, si no que se encuentran.
Fomenko no tiene que aislarse en un sótano con infinidad de libros de historia y crónicas para poner a prueba una teoría, y luchando contra su propia imparcialidad, elaborar posteriormente una conclusión de apariencia objetiva, conclusión que podría incluso no existir y convertir en perdido todo el tiempo y dolores de cabeza dedicado a ello. Este es el trabajo de un historiador.
NC por el contrario convierte la historia en un sistema, capaz de responder las preguntas que se le hagan. Además, puede incluir en su estudio obras que, en principio, nada tienen que ver con la historia. Don Quijote, el Mahabharata, el diario de Colón, la Ilíada, los viajes de Marco Polo y muchas otras pasarán por sus fórmulas y algoritmos.
El sistema permite encontrar por ejemplo la respuesta a una pregunta como “¿Qué batalla original y que evento da lugar al mito de David y Goliat, y que duplicados de ella contiene la historia Romana?”, o cualquier otra similar.
-Guerra original: Batalla de Kulikovo 1380
-Evento Mitificado: monje Aleksandr Peresvet contra Chelubey en el preludio de la batalla¹¹⁷
-Duplicados en la Historia de Roma:
-Constantino y Majencio, Constantino y Licinio¹¹⁸
-Tito Manlio y un gigantesco Galo¹¹⁹
-Marco Valerio Corvo y un gigantesco Galo¹²⁰
-Tito Manlio y los Latinos.¹²¹
-Tito Herminio y Octavio Mamilio¹²²
-Cincinato y los Sabinos¹²³
-Romanos y Samnitas¹²⁴
Podemos argumentar en contra, que la profunda impresión que tal relato causa haya servido para adornar el de sus correspondientes batallas, a riesgo de empezar a aparentar que nos aferramos a tal posibilidad sólo porque esta puede existir. ¿Puede ser casualidad que dichas batallas resulten también equivalentes?, la verdad es que si. ¿Puede ser casualidad que sus protagonistas resulten también equivalentes?, la verdad es que sí. Cada suposición va dejando menos espacio a otra posibilidad: que tales duplicados hayan tenido lugar realmente. Dado que ese espacio es común a todas las 'casualidades' de la historia que lo consumen, tal espacio no existe.
Por tanto, y retomando el hilo de la existencia de una posibilidad de encontrar el original de la Batalla del Peloponeso, no hay que concluir que encontrándola se pretende demostrar algo. La Batalla del Peloponeso ya no podía existir, por haberse constatado matemáticamente la total desintegración de su contexto temporal, y que tanto las causas, como las consecuencias, como ella misma, pertenecen al dominio de una fantasía llamada Mundo Antiguo, que se comienza a desvanecer como cualquier otro sueño en cuanto empieza a emitir el despertador sus primeros sonidos.
Antigua Roma, Antigua Grecia, Antiguo Egipto, vampirizan de contenido a la Edad Media, que queda hueca e inconexa, borrosa, siendo su otro nombre de ‘Años Oscuros’ una perfecta metáfora de lo que sienten los que buscan penetrar en ella. Queda tan vacía y caótica, que incluso a ojos de algunos historiadores especializados en ella, no pudo realmente existir.
Al mismo tiempo, todos los anacronismos que se generan al llevar al pasado su relato, que incluyen incluso absurdas leyendas de colosales pirámides construidas sin uso de la rueda ni acero, y estatuas de diorita tallada con útiles de cobre, y son defendidas de una manera u otra por la Historia, hacen que ésta sea la creadora de sus enemigos más acérrimos. En este caso concreto no serían otros que los llamados “piramidiotas”, que prefieren creer en que fue construida por ovnis antes que creer que se puede hacer una pirámide sin tener ni una mísera carretilla, ni una humilde polea, ni un cincel de hierro, y sobre cuya burla, ejercida como favicono de alguna página web ‘escéptica’, puede la Historia basar su propia identidad.
Es lógico sentir desconcierto ante la afirmación tan rotunda de que la Antigüedad Clásica no existió y que la misma prehistoria documental se alarga hasta el S. XI, por parte de personas en apariencia razonables. El desconcierto se puede manifestar incluso como un enorme desprecio, o hasta compasión, por una persona que haya podido llegar a meterse tal ‘absurdo’ en la cabeza.
Al fin y al cabo todo está ahí, se puede ver y tocar: pirámides, templos, torres, calzadas, castillos, monedas, espadas, lanzas, vasijas, joyas, cuadros, Alesia, Sagunto, Numancia, Cartago, infinidad de crónicas, biografías, poemas, cartas, mapas…. ¿cómo va a ser todo una colosal estafa de dimensión planetaria? ¿cómo llega una persona a ser tan incauta y crédula? ¿cómo puede incluso reconocer que ya nunca podrá cambiar su opinión al respecto?
Sin embargo, se recuerda que tal persona no considera demostrada la imposibilidad y falsificación del Mundo, sino de la Historia, la explicación de cómo este mundo llega a ser tal cual se observa e interpreta actualmente. La función de esta Historia falsificada no era explicar un falso pasado, sino únicamente legitimar un nuevo presente. Por lo tanto, no lo inventa, simplemente lo desvirtúa, lo falsea más que lo falsifica. Además, se consigue descifrar matemáticamente el método empleado para hacerlo y que consiste en múltiples alteraciones temporales y espaciales de una Historia real, una historia que puede ser recuperada para aproximarnos a conocer un pasado robado.
Este nuevo presente estrenaba una nueva filosofía sobre el conocimiento, un nuevo concepto de lo humano, un nuevo simbolismo, una nueva cosmovisión, una nueva escala de valores, unos nuevos poderes, una nueva teología, unas nuevas jerarquías, todo para poder consumar un intento de emancipación de un gran imperio Asiático que entonces dominaba toda Europa, Asia y Norteamérica, posibilidad que se abrió sólo cuando este imperio tuvo un momento de debilidad por sufrir una división interna.
Un nuevo presente siempre requiere una ruptura radical con el pasado. El tiempo lo cura todo, pero no había tiempo, había que crearlo. Debido a que no puede haber ruptura con el pasado si éste es demasiado reciente, el mismo pasado tuvo que hacer un largo viaje atrás en el tiempo, y en su lugar se insertó una versión modificada y de extremos continuistas, que permitiese encadenar sin ruptura la nueva antigüedad y el nuevo presente. La nueva concepción del presente que nacía se documentó en un libro sagrado, La Biblia, mientras que la nueva concepción del pasado se documentó en otro libro sagrado, La Historia Antigua. Sus tramas están entrelazadas por este motivo, el de reforzarse mutuamente en su nexo.
En las oficinas donde se crea la Biblia y la Historia Antigua en los S. XVI – XVII no se busca borrar la historia real, sino reconfigurarla usando un sistema de multiplicación y permutación de lugares, actores y épocas. Pero aunque el pasado reciente pasó de la noche a la mañana a ser un pasado remoto, aun eran evidentes los indicios de una inercia cultural, arquitectónica, artística, lingüística.
Sin embargo, todo tiene explicación, y la correspondiente en este caso es que los contemporáneos únicamente estaban siendo testigos de un 'renacimiento cultural' que se había iniciado sólo un par de siglos antes, que 'rescataba' y se 'inspiraba' en la grandeza de aquel grandioso pasado, 'acontecido hace mil años'. Esa era la razón de ser testigos de la misma ornamentación antigua, y el uso del latín y griego en los círculos académicos.
Volvamos al Peloponeso. Habiendo descubierto este sistema podemos aplicarlo en sentido inverso y reconstruir el pasado real. Puede que no hayamos perdido toda la información sobre la batalla original, ya que si consiguiéramos encontrarla, el propio relato de la Batalla del Peloponeso podría darnos algo de información nueva sobre ella. Dado que existe tal posibilidad, y esta ha demostrado en otras ocasiones no ser remota, nos ponemos a ello.
Introducimos al lector en el concepto de 'desplazamientos temporales' hallados empíricamente en la estructura histórica: toda falsa historia pasada es la suma de dos o más historias más recientes y verdaderas realmente acontecidas entre los SS. XI-XV, y sujetas a uno o más de tres cambios: 333-360 años (cambio Bizantino), 1000-1053 años (cambio Romano), 1778-1800-1810 años (cambio Greco-Bíblíco). Aplicar el cambio temporal nos permitiría el hallazgo, aunque no su certificación, lo que requiere sus propias comprobaciones.
No es necesario detallar el uso del álgebra de Fomenko, dado que esto ya está hecho de la mejor de las maneras posibles, es decir, por él mismo. Veamos a donde nos llevan sus operaciones: La Batalla del Peloponeso narra los acontecimientos protagonizados por la Compañía de Navarra¹²⁵ (Espartanos) y la Compañía Catalana¹²⁶ (Atenienses), en la batalla por el control del Ducado de Atenas y Neopatria en el S. XIV.¹²⁷¹²⁸
Prometimos al lector acabar todas estas divagaciones con alguna consideración arqueológica, y a ello vamos.
De esta última campaña, los historiadores, sorprendidos, nos informan de la total ausencia de cualquier vestigio artístico, monumental, arqueológico. Esto es en profundo contraste con la campaña del Peloponeso, que goza abundantemente de todo ello.¹²⁹
El sistema de NC decodifica a su vez el sistema de la Historia: el Mundo Antiguo se apropiará de la arqueología medieval, y si es necesario justificar distintas épocas que realmente fueron la misma, se dividirá esta evidencia arqueológica en varios tramos artísticos, arquitectónicos y culturales que se harán corresponder a distintos pueblos y culturas, que se harán pasar por el lugar en riguroso orden de cola y permanecerán el tiempo necesario.
Allá donde el inexcusable parecido entre lo antiguo y lo reciente quede agravado hasta el punto de ser insostenible por lo similar que resulte entre sí pese haber pasado supuestamente varios siglos entre ejemplares, se dirá que una corriente 'renacentista'¹³⁰ surgió de la nada y se dedicó a imitar todo lo antiguo. A esta corriente se deberá todo lo que aparezca en buen estado, y a la época en la cual se ‘inspira’ se deberá todo lo que parezca viejo y dañado.
En este campo, no hay límites para la imaginación. Cualquier explicación se puede repetir sin ninguna vergüenza por muy grotesca que sea. Si un pintor renacentista pinta unos frescos demasiado parecidos a los frescos pintados en el sótano de un palacio que luego resultará ser del mismísimo Nerón¹³¹, se hará caer accidentalmente a un joven romano del S. XV en tal sótano, descubriendo una gruta desconocida hasta entonces, que tras ser explorada también luego por un joven Rafael¹³², este quedará impresionado con sus trazos, y cuando más tarde se consume como artista se inspirará en ellos para pintar sus obras.
Este hecho quedará patente cuando años más tarde se halle el palacio de Nerón, esta vez de forma oficial, (antes era sólo una gruta, que daba lugar al 'arte grotesco')¹³³, y se podrá comprobar que tal información es cierta. También se solucionará de paso, el problema del enorme parecido con los frescos de Pompeya¹³⁴, que aún no han sido descubiertos en su época, por lo que a nadie se le ocurrirá poner en duda esta historia.
La Historia, por su parte, no tiene problemas en hacer viajar un acueducto entero por el túnel del tiempo más de tres siglos hacia el futuro, y seguir siendo tan 'coherente' tanto antes como después de hacerlo.¹³⁵
Con décadas de antelación, NC acumula la información a la que poco a poco convergerán otros estudios y propuestas independientes: “La Muerte de Pompeya” (Andreas Churilov, 2014 - //www.tschurilow.de) ¹³⁶, “Jesús, 3000 años después de Cristo” (Llogari Pujol, 2013), Jesús como Apolonio de Tiana (trabajo documental de Amazon Prime 2019), los 1500 años de anacronismo implícitos en el Mecanismo de Anticitera¹³⁷, anacronismo en el estado de los restos humanos hallados en el mismo yacimiento de Anticitera (“no parece que los huesos tengan 2000 años”)¹³⁸ , empleo de 'temas Cristianos' por el emperador Andrónikos I Comneno “con fines propagandísticos”¹³⁹, cocaína y tabaco en momias Egipcias¹⁴⁰, Los evangelios como 'transposición diegética' (Francesco Carotta 2007)¹⁴¹ , La 'desaparición' de Canarias de la Historia durante exactamente 1000 años¹⁴²,etc. Circunstancias, que por considerarlas pruebas, los enemigos de NC atacarán cualquier extrapolación que intentemos hacer de ellas. Pero no son pruebas, las pruebas llevaron a ellas.
Al mismo tiempo, cada vez más personas hacen sus colaboraciones independientes aportando nuevas piezas con las que poco a poco se puede ir reconstruyendo y comprendiendo la historia, por disponer ya de un robusto armazón que sirve de base, y que publican sus hallazgos y propuestas tanto en la web como los foros de discusión de NC.
JC: “Paradójicamente, Fomenko respalda la realidad de las Cruzadas, quizás porque piensa que los cruzados fueron los portadores de la historia bizantina a Inglaterra.”
El autor, de forma injusta y sin fundamento alguno, considera que todas las conclusiones de Fomenko están motivadas por el fin de dar sustento a un objetivo preconcebido. Considera que este objetivo quedaría debilitado reconociendo la realidad de las cruzadas, lo que se interpreta como “paradójico”.
Haciendo uso de su reputación, pero al mismo tiempo consumiéndola, Colavito nos ofrece su humilde ‘conjetura’ de por qué Fomenko toleraría un garbanzo negro en su teoría atribuyendo, como no, una motivación instrumental al hecho, que sólo resulta indultado porque permitiría a Fomenko avanzar bosque a través hacía su propio Santuario de lo Absurdo, allí donde quiere llevar primero a toda Rusia, y después al resto de la humanidad.
Dicha conjetura es innecesaria, el autor podría haber comprobado por si mismo el motivo, pero ya hace tiempo que de los dos objetivos de su relato, el segundo adelantó al primero.
No hay paradoja alguna, Fomenko no respalda la realidad de las Cruzadas. Aunque si que halla que el relato de la cuarta corresponde con un evento histórico real, siendo las otras tres reflejos fantasma de ésta. Este evento real no tiene nada que ver con Inglaterra, aunque sí con la verdadera Guerra de Troya.
Párrafo 13: Líneas de evidencias supuestamente en conflicto. Continuidad de las dinastías Papales, concilios eclesiásticos y bulas papales. Datación por radiocarbono.
JC: “Fomenko además ignora otras líneas de evidencia. No tiene en cuenta la continuidad cronológica de los Papas Católicos, y la bien datada serie de Concilios Eclesiásticos y Bulas Papales. Descarta completamente las pruebas de radiocarbono que data los artefactos de Roma y la Edad Media a las tablas cronológicas aceptadas y no a su propia cronología revisada.”
Muy al contrario, todas las objeciones presentadas han sido objeto de estudio por parte de Fomenko. Afortunadamente y como es habitual en su obra, su análisis va precedido de una presentación didáctica y pormenorizada de las distintas facetas que condicionan cada caso particular, así como una breve reseña histórica de la cuestión.
Respecto a la “continuidad” de los Papas, la Nueva Cronología no sólo no la ignora, sino que no puede ser más contundente: tal continuidad no existe, y no puede existir ningún Papa anterior al n.º 157, Gregorio VII, siendo él mismo un reflejo de Andrónico-Cristo (1152-1185). Más explícitamente aun, niega la existencia de Papas en Roma anteriormente al S. XV. Se recuerda al lector que no se pretende demostrar nada con estos enunciados, salvo que las frases comenzadas con las palabras “Fomenko ignora… No tiene en cuenta...”, son falsas.
Es decir, las objeciones si que se tienen en cuenta, pero de una forma inaceptable para alguien que no esté dispuesto a considerar los motivos.
En cuanto a los ‘bien datados’ Concilios Eclesiásticos y Bulas Papales, sencillamente no lo están. Empezando por el Primer Concilio Ecuménico de Nicea del supuesto año 325, durante el cual se establece el Computus o cálculo de la fecha de Pascua. Las normas convenidas en tal concilio cumplen el objetivo de compatibilizar varios eventos astronómicos muy concretos con la fecha de Pascua.
Siendo que estos eventos astronómicos están vinculados precisamente a las fechas en las que se producen, Fomenko y Nosovsky demuestran que tales normas no pudieron ser compiladas anteriormente a la segunda mitad del S. VIII y probablemente hasta algunos siglos después, y no fue hasta la época de los S.XI – XIV que pasaron a formar parte de la tradición eclesiástica.
Métodos científicos de datación absoluta
Respecto a la ‘evidencia’ de la datación por radiocarbono, pasamos a comentar brevemente la circunstancia por la cual son las tablas cronológicas las que validan el método y no al revés. Tras ello, haremos nuestro propio planteamiento de la objeción de Colavito y su hipotético “poder retrocausal”.
Se considera que el lector conoce en términos generales el fundamento de la datación por C-14, ideado por Willard Libby en 1949. Basado en varias hipótesis usadas como premisas, ya en 1955 el propio inventor señaló que la premisa sobre la proporción constante de C12/C14 podría ser errónea y haber variado a lo largo de la historia. Mientras tanto, se acumulaban las discrepancias entre la edad medida y la 'conocida' para los artefactos estudiados, y se hizo claro que era necesaria una ‘corrección’ para ajustar las edades de radiocarbono a las edades históricas. Una tabla en la para que cada lectura de radiocarbono, podamos saber su edad 'real'.¹⁴³
Esta enorme tabla, que al representarla gráficamente tiene forma de curva, se conoce como ‘curva de calibración’ y transforma “años de radiocarbono” en “años de calendario”. La adopción de dicha curva es un reconocimiento tácito de una aparente limitación del método, cuyo modelo teórico no precisaba de ella.
Esta limitación ya implica no sólo el empleo de un parche, sino también una delegación del problema, ya que la curva de calibración se construye entonces como una secuencia de lecturas de radiocarbono en muestras de edad ‘bien conocida’, y la principal aportación de estas muestras proviene de la dendrocronología, un método de datación absoluta en su concepción pero sobre el que podemos comprobar una serie de circunstancias curiosas, siendo quizás la más inquietante la de que requiere a su vez del método C-14 para calibrar algunas de sus propias secuencias flotantes de muestras cronológicamente aisladas.¹⁴⁴
Encontrar información detallada de los desafíos con los que debe lidiar la dendrocronología es mucho más difícil que encontrar una de las innumerables explicaciones escolares sobre cómo funcionan sus métodos, pero aun así, es posible hacerlo.
El concepto de 'anillo anual' usado en dendrocronología puede hacer pensar que es el hecho de haber transcurrido un año el que causa la aparición de un anillo. La realidad es que es el tiempo atmosférico y la meteorología propia de cada estación del año, las que se manifiestan como un anillo tras el reinicio del ciclo al pasar un año. La variabilidad de esta meteorología entre un año y otro es la que hace que estos anillos tengan distinto grosor. Que la meteorología influya en el patrón de anillos de esta manera, implica que los árboles de la misma época pero distintos climas tienen patrones distintos, algo que esta ciencia pasa a solucionar con ciertas estrategias para casarlos, y cuya eficacia no seremos nosotros los que la pongamos en duda.
Sin embargo, la eventual aparición de condiciones meteorológicas propias de las distintas estaciones pero no asociadas a ellas, pueden provocar varios anillos en un año, o que transcurra un año sin el correspondiente anillo. Además de que algunas especies de árboles tienden a crear falsos anillos (que a su vez pueden ser ‘fáciles’ o ‘difíciles’)¹⁴⁵, algunos insectos pueden producir también anillos falsos, y otros pueden hacerlos desaparecer¹⁴⁶. No debemos concluir que esto simplemente se traduciría en un error de +-1 año, pues lo que importa es el patrón de anillos resultante.
Todos estos factores deben ser estudiados minuciosamente por el dendrocronólogo antes de pasar a caracterizar el tramo cuyo patrón quede determinado como 'correcto', para posteriormente anclarlo a la escala dendrocronológica global en base a la coincidencia de tal tramo con el equivalente en otra muestra.
Podemos hacer una analogía con un concepto que ya nos es familiar: Las 'dinastías' de anillos en una muestra, y cuyos grosores serían los 'años de reinado', serían comparadas unas con otras para buscar duplicidades (encajes), y construir la escala cronológica global.
¿Cuál es el problema entonces? ¿No confiábamos ya en la robustez de este método, que permite incluso encontrar que dinastías de diferente tamaño son la misma?
La respuesta está en que mientras que con las dinastías disponemos de todo el conjunto de ellas, no es posible hacer lo mismo con las secuencias de anillos. El factor que discrimina la equivalencia de dinastías se obtiene experimentalmente del conjunto de todas ellas, mientras que las secuencias de anillos han de compararse sólo entre las disponibles, usando una métrica indicadora de similitud llamada coeficiente de correlación. Se calculan varios coeficientes sobre varias secuencias candidatas a encajar con ella, y se utilizará la mejor.
¿Cuál será la mejor? ¿la que tenga el coeficiente más alto? No, la mejor es la más plausible. El nivel de plausibilidad se considera, como es natural, a lo bien que encaja en las tablas cronológicas oficiales. Una vez determinado este encaje, se realizará y quedará registrado el coeficiente de correlación que lo justificó.
Algunos investigadores independientes, que sí disponen de los recursos y conocimientos para elaborar una crítica detallada de todo el proceso involucrado en la datación dendrocronológica, ofrecen como conclusión y causa de sus errores la falta de transparencia en este campo de investigación¹⁴⁷.
Quizás el lector, sin necesidad de negar estas circunstancias, se reconforte a si mismo con excusas del tipo “pero todo esto ya se sabrá de sobra y se habrá tenido en cuenta...”, en cuyo caso tendría en sí mismo un indicador de primera mano de la mistificación de la que gozan el método C-14 y la dendrocronología entre el público general, algo que estas ciencias no tienen ningún interés en moderar.
Pero como ocurre con muchas otras ciencias aplicadas, tal respeto y ciega confianza no provienen de nuestra auténtica comprensión de sus meticulosas metodologías y complejo soporte teórico, sino principalmente del efecto ‘bata blanca y gafas’ que producen en nuestras mentes, efecto amplificado por toda la parafernalia de microscopios, pantallas digitales, osciloscopios y pitidos que sordamente nos llegan desde el exterior del laboratorio, al que lógicamente no podemos ni debemos entrar, y a lo que se suma nuestra propia actitud en una época de hiperespecialización, en la que cada persona sabe mucho ‘de lo suyo’ y no se atreve, ni deja que otros se atrevan, a usar su propio raciocinio hasta la profundidad que éste le permita para conocer algo de otras disciplinas.
Pero olvidamos o queremos olvidar, que todos los dispositivos y aparatos de estos laboratorios no pueden corregir, y de hecho acaban siendo utilitarios, de todos los defectos humanos que se manifiestan en cualquier organización, siendo el peor de ellos, el de no querer incomodar a nadie con lo que pensamos o simplemente, sabemos. Urgencia, competencia, presupuestos, corporativismo, hacen imposible parar a un tren en marcha, aunque vaya hacia el precipicio.
Somos testigos diarios de escandalosos fraudes en industrias de automoción, farmacia, alimentación, informática, genómica, política, educación y muchos campos más. Pero como es normal, los críticos de estas circunstancias no pueden ser acusados por ello de negar los fundamentos de la mecánica, la química, la fisiología humana, la algorítmica, la genética, la sociología o la pedagogía.
De la misma manera, es un perfecto ejemplo de “Falacia del Espantapájaros”¹⁴⁸ la acusación de nihilismo científico por criticar el sesgo en los resultados, o incluso la total sumisión, de la dendrocronología, Carbono-14, numismática o cualquier otro método de datación a un modelo histórico. En resumen: no se reniega de la ciencia, sino de su mención como escudo para certificar lo que sea necesario.
Así pues, podemos desmantelar totalmente con razones y pruebas la falacia implícita en la objeción de Colavito: NC no niega el Radiocarbono, Dendrocronología, Numismática o ninguna otra, solamente se pronuncia sobre su aplicabilidad y actual estado de funcionamiento, y para ello no recurre a sus ‘propias’ objeciones, simplemente hace eco de lo ya constatado por otros investigadores.
NC, en base a una Cronología verificada, puede negar rotundamente la Historia Clásica. Pero el hecho de que ésta sea precisamente el denominador común de todas las imparcialidades en el ejercicio de estas técnicas de datación no implica que “las haya tenido que negar a todas ellas” previamente a poder llegar a hacerlo.
Nadie se debe llevar a engaño y permitir que le presenten una versión con las etapas de NC permutadas. Las etapas alcanzadas por NC, las cuales recordamos a continuación para detallar el estado de la cuestión son:
0. Descubrimiento de un error fatal en la Cronología Clásica (nace NC).
1. Refutación de la Cronología Clásica (implica automáticamente etapa 2).
2. Refutación de la Historia Clásica (también descubre la existencia de una constante denuncia ignorada).
3. Cálculo de la Cronología Correcta. (también descubre momento y motivación del fraude histórico).
4. Tesis de Reconstrucción de la Historia. (de carácter hipotético, pero con pequeño abanico de variantes).
Como se puede observar, la etapa “Negación de métodos de datación” no forma parte de la ciencia de NC.
Si se incluyera, no sería ninguna de las tres primeras. Aunque esto ocurriera, negar sus corolarios no anularían los puntos 1 y 2 por ser anteriores, algo que a veces se pretende hacer creer mediante hábiles preguntas falaces.
La retrocausalidad no existe, por lo que la discordancia “Nueva Cronología – Métodos de datación” es transitiva y nace del intermediario, es decir la Historia Clásica. Y dicha inconsistencia se disimula mal y se tolera bien, mediante malas prácticas científicas, o prácticas científicas que no son de aplicación.
“Salvar” la dendrocronología no “salva” al Carbono-14, que según Colavito “salva” a la Historia que él si es capaz de creerse, a pesar de haberse demostrado ya la inexistencia de un soporte científico de la cronología en la que está basada.
Todo esto quedará mucho más claro a partir del momento en el que todas estas disciplinas tengan que aplicar al nuevo modelo Histórico otra ‘curva de calibración’ que puede incluso ser una simple recta, una calibración nula, innecesaria, más acorde al modelo teórico del método. Pueden dejar de existir incluso las asombrosas ‘calibraciones cruzadas’ entre C-14 y Dendrocronología, y ser de una forma más lógica, calibraciones en una dirección.
Naturalmente, la cuestión sobre los resultados de los métodos de datación hay que atenderla, y se atiende, principalmente a modo de sumario de todas las objeciones científicas que ya se han hecho sobre ellos, y publicadas en sus correspondientes obras monográficas dedicadas al tema.
El ambiente élfico, libre de tropiezos y dudosas certificaciones con el que estas ciencias de datación son percibidas por el público en general es la situación opuesta a la atmósfera que se respira entre los científicos que trabajan en estas áreas, donde la información publicada es escasa y propietaria, y la gran mayoría de las conclusiones han de pasar a ser aceptadas sin posibilidad de réplica o revisión, algo dado en parte porque el tráfico de muestras entre colegas para replicar sus estudios es casi inexistente.
Un ejemplo representativo de la frustración por las licencias autoconcedidas en la investigación dendrocronológica es la opinión aportada por el entonces profesor de Fisiología y Bioquímica de los Árboles, Administración Ambiental y Forestal de la Universidad de New Brunswick, Rod A. Savidge Ph.D. tras una aparentemente inocente entrevista publicada en el New York Times, 12 de Noviembre de 2002¹⁴⁹ y que resultó ser bastante polémica entre los dendrocronólogos porque en ella el entrevistado, el historiador y arborista Thomas Packenham¹⁵⁰ hacía algunos comentarios cuyas implicaciones restarían bastante solidez a la dendrocronología.
Pronto algunos representantes de esta disciplina escribieron correos al editor mostrando su indignación (usando expresiones como ‘estar horrorizados’), pero al menos una voz discordante desde el campo de la fisiología de los árboles también dió su opinión al respecto, con duras críticas a las prácticas de la dendrocronología. Recogemos estas palabras¹⁵¹, traducidas libremente con la intención de ser lo más fidedignas posibles:
“Como fisiólogo de los árboles que ha dedicado su carrera a comprender cómo estos hacen madera, he hecho suficientes observaciones de anillos y del crecimiento cambial para llegar a saber que la dendrocronología no es una ciencia exacta. De hecho, sus actividades incluyen interpretaciones subjetivas de lo que constituye o no un anillo anual, la manipulación estadística de datos para confirmar expectativas subjetivas y el descarte de conjuntos de datos perfectamente válidos cuando contradicen otros conjuntos que ya han sido aceptados. Tal manipulación de los datos no puede, por medio de ninguna contorsión de la imaginación, ser considerada ciencia; Únicamente demuestra la falta de rigor que afecta a la llamada ‘investigación’ dendrocronológica. Añadiría que es excepcionalmente raro el dendrocronólogo que haya mostrado alguna vez inclinación a comprender la biología fundamental de la formación de la madera, sea bien como ésta se regula intrínsecamente o influenciada por factores extrínsecos. La ciencia de la fisiología de los árboles admitirá inmediatamente que nuestro conocimiento sobre la forma en que los árboles crean madera permanece en un estado rudimentario (a pesar de varios siglos de investigación). Por otra parte, hay cientos, sino miles, de publicaciones por parte de dendrocronólogos asegurando implícitamente que conocen la biología de formación de la madera y han usado su datos para imaginar cuándo ocurrieron ciertos regímenes de agua, contaminación, CO2, nutrientes del suelo y demás. Todos los recuentos y medidas de anillos anuales del mundo no pueden confirmar nada inequívocamente, son meras observaciones. Sería un gran paso adelante si la dendrocronología pudiera incorporar el método científico.”
Volviendo al método C-14, tras haberlo ‘calibrado a martillazos’ para ajustar perfectamente sus resultados a las tablas cronológicas por motivos puramente prácticos, no se puede argumentar que esta sintonía certifique las propias tablas y desmienta otras.
No se niega que la proporción de C12/C14 haya variado a lo largo del tiempo y sea necesaria una corrección. Pero esto no excluye la posibilidad de que, además, las tablas cronológicas estén mal, y de hecho esta curva pueda estar ocultando esta circunstancia.
La curva de calibración, calculada expresamente para compatibilizar aquellas fechas obtenidas empíricamente por radiocarbono con las ‘verdaderas’, se justifica teóricamente por la variación temporal de la proporción C12/C14. Pero en la práctica y en base a la propia metodología empleada para definirla, dicha curva compensa todos los factores, sea cual sea su naturaleza, que provoquen discrepancias respecto a las tablas cronológicas consensuadas.
Respecto a NC, es habitual encontrar más acusaciones en esta línea, proponiendo que “reniega de todos los métodos científicos de datación”. Reiteramos: no es el caso, simplemente señala las limitaciones que las invalidan para refutar la escala temporal revisada (incluyendo la precisión reconocida del propio método C14), limitaciones ya recogidas con detalle en otras publicaciones científicas, como “C-14 Crash”¹⁵²
Consideraciones Lingüísticas
Párrafos 14 y 15: Exposición de algunas consideraciones de carácter lingüístico según Fomenko, explicación de las ‘verdaderas’ conexiones lingüísticas.
No es de extrañar y es de agradecer que Fomenko ofrezca una versión alternativa de las distintas conexiones lingüísticas de ciertos términos, una vez las conexiones clásicas quedan destruidas por la cronología revisada. Las propias aclaraciones lingüísticas por parte de Colavito requieren de un paradigma cronológico subyacente para tener sentido, pero no pueden validar tal paradigma precisamente por haber recurrido a él ya para definirse.
Muchas consideraciones lingüísticas perfectamente razonables son descartadas simplemente por no encajar en el modelo cronológico, naturalmente inflexible por su carácter fundamental, que puede hacer tambalear todo lo construido sobre él, incluida la ciencia lingüística.
Tenemos por ejemplo la natural sugerencia de conexión entre “Sideral”¹⁵³ y “Siderurgia”¹⁵⁴, tras el hecho contrastado y nada sorprendente de que el primer hierro hallado y trabajado era de origen meteórico. Tal consideración es descartada actualmente en base al hecho de que el término “Siderurgia” procede del griego Sideros = Hierro, mientras que “Sideral” provendría del Latín, el cual sí habría conservado la raíz Sidus, Sideris (Astro, Estrella, Brillar) prestada por una rama Indoeuropea, algo imposible históricamente en la evolución del Griego.
En este caso, la tortuga encargada de sostener los elefantes sobre los que descansan los pilares en los que reposaría el mundo antiguo es que “Sideros” es “un préstamo al griego proveniente de una lengua anterior desconocida”. Por complacer a la historia, ante nuestros ojos se construye en un periquete no ya un extraño dialecto, sino toda una lengua, es decir un pueblo, una tradición, una cultura, un arte, una mitología, del que sólo quedó una palabra que pasó al griego de la manera más inoportuna, ya que inducía a tomar consideraciones cronológicas erróneas 30 siglos después. Pero aún puede estar agradecida, ya que es por esta errónea conclusión que sabemos de su existencia.
La Lingüística, como cualquier Ciencia de Buena Ley, debe mostrar de vez en cuando alguna faceta de ser también buena súbdita, por lo que sólo hace falta ir a China para ver como una tercera iteración de sí misma puede ofrecer una versión contradictoria de las otras dos, pero que quizás pueda hacer las paces con una de ellas.
Eruditos de varias instituciones académicas chinas, concluyen y presentan en un congreso en Pekín 2019, estudios que demuestran como el Inglés procede del Mandarín, y Europa se inventa el mundo antiguo por pura vergüenza histórica, siendo inventado cualquier relato de lo anterior al S. XV.¹⁵⁵
JC: “Siendo imparciales, Fomenko reconoce que este argumento no es fuerte, pero basa sus tesis en nombres fonéticamente parecidos, incluso sosteniendo que el continente de Asia realmente significa “Tierra de Jesús”.
Nada mejor que citar al propio Fomenko sobre el valor que otorga a sus propias apreciaciones lingüísticas para representar el significado que Colavito atribuye a la expresión ‘ser imparcial’:
“Nuestras vocalizaciones, traducciones y variantes de los nombres antiguos no son necesariamente exitosas. Las citamos de todas formas para dar a los lectores una oportunidad de hacer sus propias investigaciones y posiblemente, corregirnos. Reiteramos que nuestras interpretaciones de los nombres encontrados en las crónicas no deberían ser percibidos como pruebas independientes de nada en absoluto. Simplemente intentamos aproximarnos a las crónicas y documentos desde un nuevo punto de vista basado en la aplicación de métodos matemáticos y rogamos a los lectores que mantengan esto en su mente en todo momento.
Sin importar como de ambiguas y controvertidas parezcan ser estas nuevas interpretaciones, son necesarias si queremos reconstruir una imagen más fidedigna del pasado. Huelga decir que los casos individuales de homonimia y coincidencia de nomenclatura podrían ser aleatorias, incluyendo aquellas que nosotros señalamos. Por lo tanto, las coincidencias individuales son de poca importancia, nos interesan los casos en los cuales se vienen agrupadas.
Reiteramos que de los vestigios lingüísticos de este tipo no se puede esperar que prueben nada por sí mismos, meramente proveen de detalles adicionales para una reconstrucción gruesa y general basada en otros principios diferentes, a saber, métodos matemáticos. Sólo son útiles en esta capacidad, aportándonos algo de carne al esqueleto existente de la nueva concepción cronológica. Algunos documentos medievales que intentaremos interpretar desde un nuevo punto de vista son confusos, enrevesados y controvertidos per se, y estas controversias se manifestarán indudablemente en nuestra reconstrucción. Ocasionalmente sugeriremos interpretaciones contradictorias y mutuamente excluyentes del mismo documento. Esto complicará obviamente la percepción de nuestro libro a los lectores, sin embargo, lo hacemos deliberadamente con el fin de introducir el máximo número de nuevo hechos en la circulación científica, incluso aunque no podamos comprenderlos íntegramente. Además, nuestro conocimiento de ciertos temas es limitado, y simplemente podemos pasar por alto hechos que serán inmediatamente percibidos y comprendidos por nuestros lectores. Sólo podemos esperar atraer a los lectores a más investigaciones, invitándolos a complementar e incluso corregir algunas de las interpretaciones que sugerimos.”¹⁵⁶
Fomenko y colaboradores desean recibir sugerencias e incluso correcciones, pero en ningún caso están justificados los ataques dirigidos a los aspectos que deliberadamente han mostrado en aras de la ciencia aun reconociendo que tienen un carácter muy arriesgadamente hipotético y vulnerable.
En resumen, NC no usa ninguna consideración lingüística ni como argumento ni como base de ninguna tesis. Además, el lector encontrará una aclaración parecida a las anteriores prácticamente tras cada reseña lingüística ofrecida por ella, para evitar precisamente una falsa concepción sobre su relevancia y valor probatorio.
Motivación Fundamental Coincidente
Párrafos 16 y 17: Presentación de la conclusión de Fomenko acerca de la falsificación histórica. Planteamiento de la pregunta sobre los motivos detrás de estas aseveraciones. La elucubración sobre la respuesta a tal interrogante acaba contaminada por la propia suposición de la que parte. Colavito como avatar de Hardouin.
Como cualquier otro corolario presentado, Colavito incluye una referencia. Sin embargo, omite la correspondiente a la justificación del propio autor sobre sus motivos, y ofrece su propia versión, no sin antes apagar las luces de la sala y apuntarse desde la barbilla con una linterna a la cara.
A continuación, Colavito construye ante nuestros ojos la conspiración que introduce en el bolsillo de Fomenko, y que después sacará con la otra mano de su chaqueta ante toda la audiencia. No cuenta con que sus palabras podrán ser contrastadas con la realidad en el futuro, porque ya asume que en tal futuro no existirá Nueva Cronología, en parte gracias a sus palabras, condenadas a ser una de sus más merecidas víctimas.
JC: “No obstante, a pesar de la falta de pruebas y evidencias, la visión de Fomenko respecto al mundo es que la historia es un fraude masivo. […] Pero para sostener su caso Fomenko ha de masacrar la historia e ignorar las pruebas arqueológicas… […] Tiene que voluntariamente manipular el registro histórico de la misma forma que acusa a historia medieval inglesa haber hecho. ¿Y con qué fin?”
“Bueno, la respuesta es bastante simple. Fomenko es Ruso, por lo que no sorprende que Fomenko 'descubriera' que Rusia era la fuente de un imperio universal y que su cultura dio lugar a Inglaterra. Esto explica su chovinismo Bizantino, pues los Zares Rusos (Césares) se veían a si mismos sucesores legítimos de los emperadores Bizantinos a través del milagro de la fe compartida en la (entonces unida) Iglesia Ortodoxa. Si Inglaterra pudiera mostrarse como “realmente” ser Bizancio, entonces todos los avances de Inglaterra, y América, son “realmente” Bizantinos y por tanto Rusos. En otras palabras, esta elaborada teoría no es más que un intento de apoyar la maltratada y dañada corteza de un antiguamente gran estado Ruso, y reclamar para la Madre Rusia una pequeña parte de la gloria reflejada de un mundo anterior.”
En un giro inesperado y siguiendo su propio mapa, Colavito se presenta en el salón principal del imposible Santuario de lo Absurdo de Fomenko, le arrebata su corolario fundamental y lo coloca en un pedestal de mármol:
No sólo encuentra simple y razonable la explicación de que puede ser útil e incluso inevitable que un poder en decadencia falsifique su propia historia, y la de toda la humanidad, para atribuirse todas las grandezas del pasado, sino que una vez decidido a hacerlo no dudaría en masacrar la historia e ignorar las pruebas arqueológicas, manipulando el registro histórico si es necesario. El chovinismo implícito en tal plan vendría acompañado de una milagrosa fe compartida y unificadora, ahora dividida, y sus césares y emperadores clamarían serlo por descendencia divina directa. Un plan que no sería más que un intento de sostener una maltratada y dañada corteza de un gran estado en decadencia para reclamar una pequeña parte de una gloria antigua. Toda esta patraña, por estar edificada sobre unos cimientos de fallos, inconsistencias y errores, sería muy fácil de refutar.
Sin darse cuenta, y por no haberlo leído, certifica y firma punto por punto la tesis fundamental de Fomenko, con los honores de obviedad y simpleza.
Colavito encuentra razonable que todo este fenómeno se esté intentando en su tiempo, pero que atribuirlo mediante análisis matemáticos a un poder de hace cinco siglos sería simplemente delirante y absurdo.
Resulta que Fomenko, analizando con su arsenal matemático todos estos errores, averigua estos son de naturaleza sistémica y no aleatoria, atribuibles directamente al sistema que los generó, sistema cuya huella dactilar es la correspondiente a las versiones imperfectas de la astronomía y la matemática de los S. XVI – XVII, y que fueron utilizadas para realizar tal falsificación.
Comprendemos entonces cómo funciona la aplicación de “lógica histórica” a este mismo caso: Negando de base toda posibilidad sobre la existencia de conspiraciones históricas, aceptaremos la existencia de al menos una, ya que esta demuestra que sí que son posibles en primer lugar, lo cual sabemos que es falso. Q.E.D.
Párrafo 18: Comentario sobre la ‘práctica imposibilidad’ de probar el error de Fomenko y optar al premio de su editor, por estar excluidos supuestamente los métodos de datación científicos.
Siguiendo el enlace facilitado, comprobamos que el editor no los excluye, pero advierte de sus limitaciones, por lo que no aceptará como prueba que tal o cual artefacto data de antes del S. XI según alguno de estos métodos. Además, sugiere la colaboración con químicos, metalúrgicos, biólogos, astrónomos o cualquier representante de las Ciencias Naturales para construir la defensa de la cronología oficial.¹⁵⁷
Párrafo 19: Conclusiones y cierre.
Pese a no revisarlas, para Colavito, las teorías de Fomenko están llenas de fisuras y son muy fáciles de refutar en base a sus implicaciones. Creyendo erróneamente que son las raíces las que necesitan de los arbustos que crecen de ellas, desbroza todo el terreno y espera a que estas se sequen, algo que el tiempo ha demostrado, no ocurrirá.
Finaliza su exposición con palabras que indican que toda la empresa de Fomenko “está edificada sobre unos cimientos de fallos, inconsistencias y errores”.
Tales palabras provocaran que, al menos uno de los lectores del artículo, y pese a dar por válida y definitiva su refutación en un primer momento, decida después de algún tiempo andar su propio camino para averiguar sobre qué cimientos está edificada la todavía llamada Historia Oficial.
Resumen
Se ofrece a continuación una pequeña nota sobre cada uno de los tres objetivos declarados al comienzo de este artículo:
1. El artículo no refuta la Nueva Cronología (NC):
Por negar tesis coincidentes y demostradas tanto por afines como enemigos de NC, se demuestran falsas las siguientes acusaciones a ella por parte de la Historia: refutación inmediata, obviedad de la falsedad, fragilidad e incoherencia interna, argumentos dudosos.
Todo ello está corroborado por la negación de estos atributos por parte de los detractores y analistas de NC que la abordan con recursos matemáticos, estadísticos y astronómicos. Estos certifican: base sólida, robustez del desarrollo, fuerte coherencia interna, corolarios con escaso o nulo margen de matización.
Conclusión: Las consideraciones históricas resultantes de una concepción cronológica son totalmente inefectivas a la hora de refutar alguna otra, siendo esto indicador de su propia debilidad.
2. NC está erróneamente representada en dicho artículo, ocultando su base lógica y racional:
Nueva Cronología es un proceso matemático y algorítmico cuyos datos de entrada son los mismos que dan soporte a la Cronología Histórica Oficial. El resultado de este proceso es la única cronología histórica alternativa coherente con dichos datos, y que resulta ser radicalmente distinta. Emplea los recursos más avanzados de la Matemática, Estadística y Astronomía.
Haciendo uso del método científico, propone hipótesis en base a observaciones que son comprobadas empíricamente.
Conclusión: Mediante el uso ciencias exactas certifica una manipulación deliberada de la Historia, y cuya hipótesis principal acerca del motivo de tal manipulación es ratificada como obvia, simple y razonable a ojos de un reputado detractor escéptico e investigador histórico.
3. La refutación de NC no implica la certificación de la Historia Oficial:
La Historia Oficial basa su cronología también en un proceso matemático y astronómico que induce en su resultado ciertos patrones característicos y detectables estadísticamente, y únicamente atribuibles a una falsificación deliberada. Además, contiene errores involuntarios que provocan duplicidades de acontecimientos y personajes.
Por ser un hecho independiente y anterior a cualquier modelo que lo dispute, la refutación de cualquier cronología alternativa a ella no implica una certificación de la propia.
Conclusión: La Historia Oficial elude, y por diseño no puede aportar, una certificación propia libre de falacias del tipo Magister Dixit (apelación a la autoridad).¹⁵⁸
Conclusión Final
Este texto se ha centrado en dar a conocer las bases de NC y mostrar lo invulnerable que es ante cierto tipo de ataques centrados en sus implicaciones.
El paso de protociencia a ciencia puede incluir batallas ideológicas internas hasta que se resuelven las distintas hipótesis que puedan defender sus exponentes, pero en el caso de NC la batalla se libra de forma externa y por una cuestión de legitimidad para ocupar el mismo terreno.
Su robustez matemática permanece incuestionada ya varias décadas, lo que hace cada vez más improbable el hallazgo de un hipotético elemento falaz que al retirarlo haría que ésta se desmoronara. Más aún, si por alguna circunstancia se probaran falsas sus conclusiones, no dispondríamos de una explicación de por qué matemáticamente obtiene tales resultados, explicación que inevitablemente debería incorporar tal prueba. No es realista esperar tal cosa por parte de los defensores de la concepción Histórica actual.
Es un hecho singular la situación que provoca, en la que las distintas refutaciones se contradicen entre sí según sea su procedencia. De esta forma, la disciplina Histórica es prolífica en refutaciones autocalificadas de fáciles y directas, mientras que las críticas Astronómicas y Matemáticas independientes son muy escasas, y unánimemente reconocen la existencia de un planteamiento de base ineludible y digno de estudio, así como la corrección de los datos y las naturales implicaciones de los resultados, y dedican complicados cálculos y análisis a la cuestión. Dada la meticulosidad con la que están realizados los cálculos que confrontan, a lo máximo que aspiran estos trabajos es resolver datos que puedan ser definidos como inconcluyentes¹⁵⁹. Muchos de estos trabajos están refutados, y dichas correcciones, simplemente ignoradas. El mismo hecho de dedicarse a intentar refutaciones matemáticas y astronómicas es prueba de que estos científicos escépticos, pese a estar 'en el mismo bando' de los historiadores, no consideran concluyentes las 'pruebas' que estos aportan.
Estando aún en las primeras fases de esta contienda, que ciertas partes implicadas insisten en que no están obligadas a reconocer, los trabajos independientes a NC todavía no han entrado a someter con estos mismos análisis el fundamento que la Historia Oficial dice tener. Mientras que a la NC se le analiza la integridad del dato más irrelevante, algo que ésta agradece, todavía no se ha repasado la versión medieval del mismo ejercicio de cálculo y sobre el que tanto se ha construido durante más de tres siglos.
La atribución de falsedad, intención y tergiversación a NC es en sí misma descartable ante el hecho de que su coherencia interna aumenta, y no disminuye, conforme han ido apareciendo más publicaciones a lo largo de 50 años.
Una estrategia interesante para probar falso tal punto por parte de sus detractores sería la construcción de aun otro contendiente de las mismas dimensiones y absurdas premisas, una “Loca Cronología”, que usando los mismos datos pero sus propios métodos, llegara a probar aun otra cronología con el mismo nivel de coherencia interna.
Esta nueva versión contaría además con una enorme ventaja, ya que antes de publicarse podría usar toda la ciencia desarrollada por NC para encontrar sus propias debilidades internas, puliendo y modificando su estructura de tal manera que su versión final, aun siendo manifiestamente absurda, fuera sin embargo dada por coherente al ser analizada por las herramientas de su propio enemigo. La inexistencia de este contraejemplo es prueba de su imposibilidad.